Opinión

Mujeres destacadas en tiempos difíciles

En tiempos difíciles como los actuales que nos avocan a repensar el mundo, inmersos en lo que ya se está llamando la crisis de todo: climática, energética, alimentaria y civilizatoria, que pone en cuestión formas de vida, valores y derechos conquistados, conviene aprender del pasado y no repetir barbaries. 

Una circunstancia llamativa en la sociedad actual es el resurgimiento explícito de la ultraderecha y, junto con la amenaza fascista, el recorte de derechos femeninos tan importantes como el derecho a la educación, actualmente prohibido a las mujeres en Afganistán, o el derecho al aborto cuya prohibición se está imponiendo cada vez en más Estados de los EE UU y, en general, mayor presión en mantener roles femeninos como el de los cuidados conforme se recorta el bienestar social y la ayuda a la dependencia. 

Los múltiples conflictos y la tendencia a las guerras están poniendo a los más débiles en grave peligro y sus derechos son los primeros en desaparecer. En esta situación la posición de las mujeres se vuelve más vulnerable, desigualitaria e insegura; sus derechos retroceden y las conductas de agresión sexual y violencia machista aumentan. 

En este contexto y repasando la historia tengo que mencionar a una mujer y reivindicar su figura, tanto por tratarse de una mujer de nuestra tierra como en por la labor que en ella realizó. Se trata de Urania Mella Serrano, una gallega nacida en Vigo el 15 de noviembre de 1899, hija del teórico anarquista vigués Ricardo Mella y de Esperanza Serrano, era una mujer ilustrada que se anticipó a su tiempo. 

Urania Mella, feminista y defensora de la República, fue precursora del asociacionismo femenino y ejerció un feminismo militante en Socorro Rojo. Fue pianista y maestra de piano y, tras formarse en la Escuela de Artes y Oficios, enseñaba a leer y escribir a las mujeres de Lavadores (Vigo). Ostentó la presidencia de la sección viguesa de la Unión de Mujeres Antifascistas y fue miembro del Socorro Rojo Internacional. 

Considerada por quienes la conocieron una mujer ejemplar, fue sometida a un consejo de guerra que la definió como "la mujer que con más exaltación ha propagado las doctrinas comunistas en los últimos tiempos del Frente Popular" y, además de considerarla mala madre, llegar a casa a altas horas de la madrugada por acudir a reuniones socialistas, luchar contra las tropas de Franco intentando frenar el alzamiento rebelde en Vigo. Su pertenencia a Socorro Rojo Internacional y a la Agrupación de Mujeres contra la Guerra y el Fascismo, y la defensa organizada en el barrio del Calvario para impedir el paso de las tropas rebeldes, le valieron una condena a muerte, condena que fue conmutada por la de prisión y cumplió en el penal de Saturrarán, regentado por monjas y cuyas condiciones penosas hicieron que enfermara siendo liberada poco después. Entristecida por el rechazo de su familia en Vigo, se exilió en Lugo, dónde murió el 26 de mayo de 1945. 

El rechazo de sus hijas al parecer se atribuye a la influencia de los abuelos paternos, pues el marido de Urania, Humberto Solleiro, corrió peor suerte y fue fusilado. Si Urania no corrió la misma suerte fue por los perjuicios de género de la época. 

En el caso de Urania Mella, a la tremenda injusticia de un juicio farsa y la pérdida de los afectos de su familia, se une el olvido de su figura, puesto que no se le rindió reconocimiento alguno, ni feminista, ni político, ni ciudadano. Aunque su lucha fue por los demás, suyo fue únicamente el dolor del precio que pagó por ella. 

Entre las incongruencias de la sentencia que la condenó a muerte, posteriormente conmutada por cadena perpetua y finalmente reducida a 12 años de cárcel, el historiador Julio Prada destaca que "Mientras que los tribunales consideraban que la mujer no era un sujeto que pudiese pensar ni actuar políticamente por sí misma, alegando que no tenía carácter y que se había dejado llevar por su padre o su marido, a Urania la demonizan. En su caso, la lectura es inversa, pues ella estaba comprometida políticamente y según las autoridades desobedecía a su esposo, algo que llamaba la atención por infrecuente". 

Un testimonio directo recogido de su hijo Raúl Solleiro Mella la definía como cariñosa y trabajadora, "una madre de familia normal que iba con su marido a reuniones antifascistas pero que nunca dejó solos a sus hijos", pues en esas ocasiones "quedábamos en casa con una muchacha que nos atendía". 

Su peor pecado era la transgresión. Urania estaba en un espacio que no le correspondía a una madre y esposa convencional. Eso, además de ser uno de los pocos ejemplos que tuvieron un protagonismo directo de frenar el golpe, "una acción que se uniría a su compromiso político y social anterior, por lo que tenía todas las papeletas para ser condenada a muerte por un consejo de guerra", añade Praga. 

Lástima que no encontremos a Urania Mella Serrano en ninguna de las listas de mujeres que debemos conocer publicadas recientemente. Tan solo la directora del Colegio Público Candeán-Fontescura, propuso cambiar el nombre por el de Urania Mella, para reivindicar su historia y el papel militante que tuvo en la educación de las mujeres de aquella parroquia viguesa. Mujeres como ella no son para olvidar.

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