Opinión

Otra mañana inquietante

Nos habíamos acostado, después de un día turbulento, con Trump anunciándose vencedor como presidente electo a poco de comenzar el recuento y pidiendo que no se computasen los votos emitidos por correo. Al día siguiente, conforme avanzaba el recuento y apuntaba a Biden como posible vencedor, Trump sacaba a la calle su arsenal de abogados, mentiras, amenazas y acusaciones de fraude electoral.

Nada nuevo había en todo este despliegue pues Trump ya había anunciado que si no resultaba elegido, no entregaría el poder al candidato contrario y llevaría a la vía judicial el fraude electoral. Incluso llegó a fotografiarse rodeado de adeptos y declarando a la prensa "este es el Tribunal ante el que recurriremos el fraude electoral". Puesto que todo esto ocurría en días anteriores a las elecciones, ¿cómo podía saber que habría fraude? Una de dos, o tiene dotes adivinatorias, o miedo de que alguien aplique en su país la misma medicina que él no dudaría en aplicar a otros.

Más bien parecía una declaración sin tapujos de que él no estaba dispuesto a dejar el poder, al menos no por las buenas. En este sentido, su simpatía por los grupos partidarios de portar armas y la aparición en un evento del grupo calificado de "supremacista blanco" no parecen las actitudes idóneas para calmar la crispación y los enfrentamientos que asolan últimamente al país. Lo que sí hacen esas conductas es demostrar de qué lado está Trump y hasta dónde puede llegar sin importarle el daño que con ello puede hacer al país y a los 200 años de tradición democrática.

Otra de sus "declaraciones brillantes" fue la de que los países amigos le ayudarían si alguien le arrebatara el poder. Algunas TV extranjeras ya criticaron a Eslovenia por felicitar a Trump la misma noche en que él se declaraba ganador. Imprudencia temeraria la de uno y la otra, desde luego. Hasta de las amistades se requiere la cautela de esperar al nombramiento para felicitar por el logro.

Claro que no todo fueron aplausos y pronto la Fox le dio su disgusto, por mucho que Mishkin se excusara diciendo "lo siento pero no nos hemos equivocado" al señalar la ventaja de Joe Biden. Y mientras continúan con el recuento de votos, amanecimos por segundo día con el mundo en un sin vivir por lo que podía pasar y con Trump cada vez más alejado del triunfo.

Resultaba curioso como tertulianos y algún político conservador ya le afeaban a Trump el apego al poder, la falta de democracia, las mentiras urdidas con tal de crear confusión sin importarle el daño que con ello estaba causando a las instituciones y a la imagen del país, la grave situación de enfrentamiento y división creada entre los estadounidense y el riesgo de una guerra civil en un país armado hasta los dientes…

Está claro que preocupa a todos la deriva que las cosas puedan tomar a raíz de las elecciones en los EE UU. Unos porque están hartos de las barbaridades de Trump y que en muchos aspectos ha perjudicado a la UE y están descontentos de la imposición de sanciones y aranceles, temen el daño que las turbulencias políticas causarían a la economía y las finanzas a nivel global; pero sobre todo aflora el temor de una guerra interna en EE UU porque, afirman, comportaría una tercera guerra mundial. Bueno, una guerra financiera y con repercusiones económicas, ya la venimos padeciendo aunque le llamen "crisis económica"; muchos ya la definieron como la tercera guerra mundial hace tiempo.

No hay que olvidar que las políticas de Trump y su negacionismo en materia de cambio climático, la explotación desenfrenada de las energías fósiles y la contaminación que eso genera, son vistos con inmensa preocupación tanto por los norteamericanos que ven arruinados sus acuíferos y zonas enteras de producción agrícola, como por el resto de países que resultan tan afectados como por la quema de bosques y selva tropical que repercuten en todo el planeta.

Pero dejando a un lado las elecciones y poniendo el acento en nuestro entorno, me resultó chocante que al hablar de las mentiras de Trump y hacer acopio de la referencia a Goebbels, (mano derecha Hitler y ministro de propaganda y educación pública en el Tercer Reich), quién defendía la mentira como técnica de manipulación política porque una mentira muchas veces repetida se convierte en una gran verdad, a ninguno de ellos se le ocurrió aplicarlo a lo que está ocurriendo en nuestro país. Ni siquiera el Sr. Maroto que esa mañana, en la misma entrevista en la que criticaba las argucias de Trump, no dejó él de hacer lo mismo con algunas de las afirmaciones que hizo sobre el Presidente Sánchez y el Vicepresidente Iglesias.

Trump ya lo dijo: perder el poder es doloroso.

Obviando ya quién gobierne finalmente en los EE UU y pensando en los métodos que la derecha utilizó en la campaña, cuando pienso en hechos concretos que se están produciendo en nuestro país mucho me temo que ésta no será la única mañana inquietante que nos espera...

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