Opinión

El final de otro camino

ES ENCOMIABLE la responsable y rápida  respuesta de ayuda que han brindado ayuntamientos de toda España, además de varias comunidades autónomas para acoger a los más de seiscientas vidas que navegaron hasta el puerto de Valencia en el buque Aquarius.

Enhorabuena a todos, y en especial a los que más cerca nos toca, como al Ayuntamiento de Pontevedra con una ejemplar decisión unánime de su corporación, así como a la Xunta de Galicia, que en la misma mañana del pasado día 12, martes, el presidente Nuñez  Feijóo le comunicaba al Gobierno de España, "competente en la gestión de políticas de asilo", la disposición de Galicia para "acoger a las personas rescatadas que le fuesen asignadas", estas fueron sus palabras, completadas posteriormente por el conselleiro de Política Social José Manuel Rey que era quien debía de dar inicio de activación al protocolo de colaboración bilateral entre ambos gobiernos. 

Por desgracia este no va a ser el último capítulo de una terrorífica serie, y por ello, y a través de este artículo de opinión, quiero denunciar los miles de tremendos dramas personales que viven todos aquellos que son carne de cañón para las mafias del tráfico de personas y de esclavos; sí de esclavos en pleno siglo XXi, han leído bien. 

Se me abren las carnes, creo que como a todas personas de bien, cuando conocemos tantos infortunios y desgracias como desde hace tanto tiempo, y en especial a estas más de 600 personas que fueron rescatadas por el buque francés Aquarius, esta misma semana y que ya están en nuestro país; sin poder olvidar entre otras, la escalofriante imagen del cuerpo de Aylan, aquel ángel sirio de tres años muerto en una playa de Turquía.

La ayuda al Aquarius era de urgente necesidad, pero no obviemos que esto solo es una tirita puesta sobre una herida con una hemorragia de tal magnitud, que al menos necesitaba un torniquete, a la espera de la gran cirugía. 

La ayuda al Aquarius era de urgente necesidad, pero no obviemos que esto solo es una tirita puesta sobre una herida con una hemorragia de tal magnitud, que al menos necesitaba un torniquete, a la espera de la gran cirugía

Hay acontecimientos en este convulso mundo, que ni tan siquiera tienen una posible solución aunque la humanidad se ponga de acuerdo al 100, me refiero a las catástrofes naturales tales como erupciones volcánicas (como la de Hawái), terremotos, maremotos, inundaciones, olas de frío …etc., las cuales a lo mejor pueden contenerse con un acuerdo a nivel global para frenar el cambio climático; pero hay otras que sí, como estas u otras tales como el germen del drama de la oleada de emigración de África a europa debido al conflicto en la República Centroafricana, las guerras en Irak, Sudan del Sur, Yemen, entre otras barbaridades.

Entonces, ¿por qué no se toman cartas en el asunto?, porque desde que yo tengo uso de razón y memoria, se ha pedido para el Domund, se han hecho donaciones de empresas y gobiernos, en la Onu se creaba Unicef, la Fao, Acnur, y las grandes organizaciones internacionales, y ONGs que destinan esfuerzos y fondos para estos países del Tercer Mundo puedan salir de su anquilosamiento, pero vemos, que como si nada. Ahí está el quid de la cuestión, no interesa. 

Porque existen muchos países de ese llamado Tercer Mundo que están inmiscuidos en la pobreza cuando su realidad es que no son pobres; pero claro, el oro, el petróleo, el uranio, los diamantes, los rubíes, el coltán, por citar algunas materias primas que reinan en África, interesan de tal manera, que cuya más triste consecuencia existencial es la lucha de poder sobre su monopolio, dejando absolutamente aparcado el interés de los seres humanos que podrían hacer en y de su país, un lugar adecuado para su vida. 

Hoy domingo 17 de junio de 2018, hay decenas de conflictos bélicos en contienda a lo largo del mundo, tremenda cifra, horripilante noticia. Yo quería que lo supieran.

Pero si a ello añadimos los intereses de los Señores de la Guerra, las mafias del tráfico de personas (como, por ejemplo, las que desde las costas de Libia y Marruecos operan sin alma ni razón, solo por el enriquecerse por las desgracias humanas que lo único que quieren es huir de su tierra, no sin dolor, ante los conflictos bélicos, hambruna y pobreza), sin olvidar los aun existentes mercados de esclavos como por ejemplo en Sudán del Sur (que no entiendo cómo se le ha acogido como miembro de Naciones Unidas hace tan solo siete años, permitiendo la esclavitud en su territorio, la compraventa de personas en plazas públicas, y con edictos tan escalofriantes como "se prohíbe más de un esclavo por familia debido a la superpoblación". Yo he visto fotografías de estos mercados de esclavos a donde llegan hacinados en los trenes o a través de caminatas interminables, atadas como piezas de carne en un expositor, sin ropa, sin condición humana…).

¿Qué quieren ustedes que les diga? Pues que ante mi indignación, mi rabia exacerbada, mi saña, mi enojo, y mi cabreo superlativo, todo esto podría desaparecer si los que más mandan en el planeta en su conjunto, tomasen conciencia de la gravedad del problema; y al mismo tiempo todas y cada una de las personas de bien, que somos las más y que habitamos en este mundo de podredumbre de valores e intereses, deberíamos de cantar al unísono nuestra disconformidad, nuestra aversión, y exigir a todos esos gobernantes que se pongan ya las pilas; porque Aquarius hay y habrá más. 

Acoger a unos refugiados era urgente, pero lo más que necesario es atacar el problema de raíz, y así todas y cada una de las personas que viven dramas indefinibles al tener como única posibilidad el huir de su cuna, pudiesen seguir allí en los lugares que los vieron nacer, disfrutando de su tierra, de sus seres queridos, el poder tener una oportunidad de realizarse laboralmente y como persona, sin tener que renunciar a ello de forma tan dramática.

De nuevo Galicia es tierra de acogida ofreciendo refugio y hospitalidad, como desde hace siglos viene haciendo con los peregrinos que tenían su final de camino en Compostela. Ahora no iba a ser menos, y esa hospitalidad se la ofrece a los que, también peregrinando, aunque de la peor de las maneras, por necesidad y obligación, tienen aquí el final de otro camino.

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