Opinión

O noso Leicester

REZA UN gastado dicho del oficio que el periodismo deportivo informa de la gloria del hombre; el resto, de sus miserias. La gratificación es doble puesto que, además, esta gloria deportiva es la válvula de escape por lo que muchos tratamos de compensar, aunque sea vicariamente, la carencia de épica que, por desgracia y para nuestra frustración, caracteriza la existencia de nosotros, la gente común. La epopeya del Leicester City es la genuina exaltación de esta épica imprescindible para conservar la salud mental: es el ignorado que se alza en orgullosa rebelión contra la grisácea tiranía de la lógica; el impensado triunfo del pequeño contra el estatus quo cortado a la medida del más fuerte; el puñetazo en los dientes contra el “no se puede” impuesto desde arriba; el renglón torcido que endereza el curso de la Historia; el insólito lunar que consuma la divinización de Cindy Crawford. Tinta de literatura heroica. Carne de fotogramas. El material del que están hechos los sueños. La esencia misma, universal, del deporte. Es imposible no sentir emoción con ellos, tuviera uno o no idea hace solo un año de cuáles eran sus colores.

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