Opinión

Metalúrgicos

NOVIEMBRE PROMETE ser un mes importante para el futuro de Alcoa y sus trabajadores. La multinacional acaba de dividirse en dos corporaciones independientes mientras la avalancha de metal chino en los mercados amenaza su negocio más tradicional de alúmina y aluminio primario, del que vive la fábrica de San Cibrao. Los movimientos bursátiles que hagan de aquí a final de año los accionistas podrían dar alguna pista sobre el acierto de tal escisión. O no, que diría Rajoy.

No deja de resultar extraño que Alcoa celebre tal escisión como gran apuesta de futuro al tiempo que baraja una posible venta de sus plantas en España. Algo de lo que, por otra parte, ni siquiera los sindicatos parecen saber mucho, más allá de lo dicho hace meses: que existen algunas empresas encantadas de salir en los medios como ojeadores y posibles compradores.

Alcoa no habla de venta, ni la desmiente, seguramente porque busca en su proceso de división la mejor solución posible. En todo caso, hay algo inaplazable a clarificar, además del convenio colectivo que preparan los trabajadores. Sea quien sea el patrón que vaya a estar al frente de las fábricas, Alcoa Corporation u otro, el marco energético, el precio resultante a pagar por la electricidad y que representa el 45% de los costes, debe conocerse ya. La determinante subasta de interrumpibilidad será dentro de 15 días y ahí está a corto plazo la clave del negocio.

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