Opinión

El San Telmo

El pasado día 11 se cumplieron doscientos años del inicio de la singladura de la División del Mar del Sur. Estaba formada por 1.400 hombres y cuatro buques: el Alejandro I, la Primorosa Mariana, la Prueba y el San Telmo -construido en Esteiro, Ferrol- como nave capitana. Las incidencias comenzaron ya en el momento de partir, pues el Alejandro I -de fabricación rusa, adquirido en una rocambolesca operación- tuvo que retrasar un día su salida. Posteriormente, al enfilar el Ecuador las vías de agua le obligaron a regresar. El 2 de septiembre, en medio de una fortísima tormenta en pleno Mar de Hoces, se avistó por última vez al San Telmo con graves averías. Los hechos aparecen descritos de modo pormenorizado en la documentación de la Primorosa Mariana depositada en el Archivo del Viso de Marqués.

Ese mismo año de 1819, en febrero, el británico William Smith después de divisar las Islas Shetland -la Antártida-, sin poner pie en ellas, regresó a Valparaíso para informar del hallazgo. Volvió en octubre con Robert Fides con la intención de explorarlas y reclamar su posesión para el Imperio Británico. Allí encontró un buque de guerra español. En su informe al Almirantazgo reconoció no haber sido el primero en pisar la Antártida. Fue conminado a guardar silencio, orden obedecida al pie de la letra. Quien sí habló fue Fides en su diario. Entre 1820 y 1822 William Smith y James Weddell navegaron por la zona. Explícito fue el segundo en su obra “A voyage towards the South Pole” -existe edición en castellano-. En el libro escribe: “Varios restos de un naufragio fueron hallados en las islas del oeste, (...) es probable sean los restos de un buque de guerra español perdido desde 1819”. A partir de entonces Gran Bretaña generó una inmensa losa de silencio. La desclasificación de la cartografía británica de la época los dejó en evidencia. En la misma aparece “Telmo Island”. España únicamente se limitó a certificar la desaparición del barco.

En la década de los años noventa del siglo pasado se realizaron tres campañas arqueológicas en la zona con óptimos resultados. Se encontraron huesos de restos de comida muy española, objetos metálicos, restos de calzado y vestidos similares a los usados por el ejército español de 1819. También se detectaron anomalías magnéticas propias de restos de un buque hundido. Faltaba solo realizar las inmersiones. Después de la última campaña, había una aportación económica muy generosa de un patrocinador. La llegada al gobierno de Aznar convirtió el proyecto en cuestión de Estado. Todo quedó en agua de borrajas. Después vino la crisis. Con el horizonte del bicentenario volvió a reactivarse la localización del pecio con dos proyectos. El acceso del señor Sánchez al gobierno los congeló. Como no podía ser de otro modo, el ministro de Cultura, señor Guirao, dio carpetazo. Únicamente serían necesarias varias inmersiones de submarinistas y la intervención de un robot subacuático teledirigido, un ROV, para determinar con pruebas físicas -existen las documentales- a quién corresponde la autoría de poner pie por primera vez en la Antártida. ¿Habrá que esperar al tercer centenario?

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