Opinión

¿Por qué los ignoran?

EL PASADO sábado 10 de agosto se cumplieron quinientos años del inicio de la odisea que culminó en la globalización de nuestro planeta. Descafeinados fueron los actos españoles conmemorativos de la efeméride. En términos futbolísticos podríamos calificarlos a lo sumo de “regional preferente”. Pudo haber sido mucho peor y haberse ignorado por completo el acontecimiento. La presión popular ejercida desde múltiples sectores resultó determinante para que no fuese así. Juan Pueblo y una serie de instituciones supieron estar a la altura de los acontecimientos. Sin embargo, en los eventos de Sevilla se echó de menos la presencia del máximo representante de la Corona y del presidente del Gobierno de España. También en los de hace unas semanas, conmemorativos de la fundación de la, hoy en día, estadounidense ciudad de San Diego. Sin embargo, de algo debemos alegrarnos. En las orillas del Guadalquivir estuvo presente el ministro de Cultura. ¡Nunca es tarde si la dicha es buena!

Quienes siguen con el obcecamiento de blandir el manto del ostracismo son Galicia y sus instituciones más representativas. Los responsables de la Xunta, de las cuatro diputaciones y de los ayuntamientos afectados parecen haberse conjurado para hacer bueno una vez más el dicho, o realidad, de que todos los políticos son iguales, pertenezcan al partido en que militen. A los hechos me remito.

Doce fueron los gallegos que partieron de Sevilla hace quinientos años. Alguno era portugués de origen, pero con vida asentada en Galicia. Las actuales cuatro provincias estuvieron representadas en la expedición. De los doce, dos regresaron. ¿Cómo se puede explicar entonces de modo razonado el proceder de la Xunta de Galicia y su silencio al respecto? Protagonismo especial debía mostrar la diputación de Pontevedra al ser de su territorio el mayor número de gallegos participantes. Lamentabilísimo es el proceder del Ayuntamiento de Baiona, tan volcado en el negocio redondo de la Arribada pero sin el más mínimo recuerdo para los dos que regresaron, pues vecinos suyos eran. Ninguna sorpresa causa la actuación del Ayuntamiento de Pontevedra y su condena al ostracismo a Juan Gallego —de su nacimiento pontevedrés no existe duda— y Luis de Beas —todo indica era un portugués afincado en Pontevedra—.

Cuando el próximo 20 de septiembre se cumplan los cinco siglos de la partida de Sanlúcar, quien escribe entiende sería bueno y deseable estuviesen presentes en Barrameda el Rey y el presidente del Gobierno de España. También que los actos estén en consonancia con la efeméride a recordar. Igualmente, comencemos a recuperar la autoestima lo antes posible. Referido a Galicia, soñar nos gobiernen de inmediato en los tres niveles organizativos citados —Xunta, diputaciones, ayuntamientos— unos políticos que no ignoren y rindan recuerdo a Antón de Noia, Vasco Gomes Gallego, Juan Gallego, Luis de Beas, Luis de Avendaño, Rodrigo Nieto Gallego, Gonzalo de Vigo, Vasco Gallego, Ximón de la Rochela de Lugo, Diego Carmena Gallego, Rodrigo Gallego y Vasquito Gallego —hijo de Vasco Gallego—.