Opinión

América posracial

LA POLÍTICA está llena de utopías, tal vez, de demasiadas vaguedades. Pero tampoco es culpable de todo cuanto sucede. A veces es un mero espectador tan silente como abrumado. Pasivo, sin capacidad alguna de reacción por quiénes la representan. Otras no, al contrario. Sueños y retóricas inalcanzables, evidencias sublimes, pero realidades más que explícitas. Los viejos fantasmas vuelven una y otra vez, recorren países, situaciones, presidencias. Hay muchos mitos que solo están edificados sobre barro y arcilla, porosa, claudicante. Como el de la superación posracial en América, una vez que Obama, presidente de raza negra, llega a la presidencia de EE.UU. Quisieron ver que uno de los fantasmas más atávicos y pero sobre todo traumáticos y con una capacidad de fractura tan cruel como descarnada se superaría. Quedaba superado cuando un 20 de enero de 2009 en las escalinatas del Capitolio la historia se detenía ante la realidad. La pobreza, la segregación emocional y mental, cuando no real, la violencia y no pocos abusos policiales con muerte de norteamericanos negros, no solo ha generado más frustración y odio, sino que ha acabado por desatar más violencia y fractura. Los eternos y a veces mancillados Derechos Civiles que fueron icono en los sesenta y setenta vuelven a estar sobre la mesa de Washington, pero también en la de cada hogar americano. Hoy son afroamericanos, mañana pueden ser asiáticos, latinos. Cualquiera. Xenofobia, segregación, violencia, y profundísimas desigualdades sociales y económicas ante medidas que se ceban con los más desfavorecidos, alimentan un caldo de cultivo azuzado por la facilidad de conseguir un arma. Hace menos de un mes unas cincuenta personas fueran asesinadas en una discoteca. Son los viejos anatemas fundacionales de un país superado por los vientos del meeting pool, de un reencuentro que sólo es y parece a la vez ser meramente artificial.

El asesinato de cinco policías en Dallas corroe los cimientos de un país demasiado insensible a la violencia. La muerte en la víspera de dos ciudadanos negros en otros dos estados de la Unión por la actuación brutal y desproporcionada de la policía ha desatado una mecha y una situación que nadie es capaz de aventurar como cauterizar e incluso encarrilar. Casi la cuarta parte de muertes ocurridas en el país por disparos o actuaciones de la policía son negros. De los más de quinientos casos que suceden al año en el país. La tecnología y el acceso a todo video por cualquier ciudadano que es capaz de grabar estas actuaciones han abierto telediarios y noticieros donde el abuso, la desproporción, a veces incluso la vileza moral, saltan a la luz y polarizan y ensanchan una brecha cada vez más angosta. Ahora un ex soldado asesina fríamente a cinco policías e hiere a la vez a otros siete hasta que la propia policía termina con su vida a través de una bomba adherida a un robot. El soldado en la reserva es negro, y había señalado que su fin era asesinar policías blancos. Hoy más que nunca temas y cuestiones axiales al país como la igualdad y la violencia, la seguridad y la segregación así como el cuestionado pero inmutable derecho a poseer armas son puntales de la política americana que no han sido resueltos y serán heredados por el próximo o próxima inquilina de la Casa Blanca, sin que a priori ninguno de los dos candidatos suscite mucha confianza en este ámbito, al menos uno de ellos. No es la retórica, es la realidad, también la mentalidad de un país obsesionado y atrapado con alguno de sus mitos nación fundacionales.

Comentarios