Opinión

Abstención

QUIZÁ CON la palabra decepción resumen ambas, abstención y decepción, el pálpito de la ciudadanía en estos momentos ante los actores políticos que tenemos a nivel central. El espectáculo que han protagonizado a lo largo de estos meses ha rozado el absoluto esperpento, pero también el desdén hacia los españoles. No hay solo un culpable. Lo han sido todos. Vamos a unas elecciones que, sin embargo, decían que ninguno quería. La realidad es la que es. La palabra y el consenso no ganan terreno todavía en este sórdido ruedo ibérico. No somos la excepción, pero sí, el hazmerreír en Europa. La política no solo se ha fragmentado, también ha caído a los suelos en la apreciación pública, y esto por sí misma, es una pésima noticia.

No hay más ciego que el que ve y no quiere ver y más sordo que el que escucha y no quiere oír. Y en esto han sacado matrícula de honor populares, socialistas, podemitas y los de ciudadanos. Pero también nos han condenado a que resolvamos el entuerto que ellos no solo no son capaces si no que no han querido siquiera ahuyentar endilgando culpas ajenas a diestro y siniestro. Es un fracaso, sí, pero no es nuestro fracaso como sociedad. Ésta no quiere y aborrece las mayorías absolutas, el legado que han dejado no ha sido positivo. Da igual que fueran de unos o de los otros, terminaron todas mal.

A día de hoy como titula este artículo una palabra gana posiciones. La abstención. La gran incógnita de las próximas elecciones. Cuántos españoles no acudirán a votar, o dignificando el derecho a votar, acudirán pero lo harán en blanco sin introducir ninguna papeleta. Los partidos se apresuran en hacer números, y sus arúspices en calcular a quién beneficiará la abstención y a quién perjudicará. Si las personas de orientación izquierda se quedarán en casa o no, y si la derecha, las derechas, movilizarán todo su voto o no. También las encuestas coinciden en algo claro y por muchos previsible, la caída en votos y escaños de Ciudadanos y sobre todo, del señor Rivera, último y único responsable de cómo hoy se percibe su partido. Con estos ingredientes, la incógnita última, despejadas variables inocuas, es si habrá o no mayorías para poder gobernar. Y todo se antoja gris, por no decir, de nimbos y túmulos atolondrados.

Nos han introducido de nuevo en el callejón del gato. Nadie percibe la verdadera imagen, pero no es menos cierto que ninguno pretende verla en estos momentos sin desear su distorsión y digresión. Lo único bueno que tiene esta campaña, con su ya precampaña instalada en medios y noticiarios, es que poco le va a importar a la ciudadanía y que su duración será exigua. Todo el pescado está vendido, porque como vulgarmente se dice, sus protagonistas están perfectamente calados. Es lo que hay, no merecemos nada mejor, y ellos tampoco a una sociedad diferente. Espejo y reflejo.

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