Opinión

Una cuestión de foco

QUE MIGUEL ANXO Fernández Lores no estaba cómodo con el Pleno celebrado este lunes fue algo que se comprobó muy pronto. Se había intuido en las jornadas previas a la sesión, porque si la iniciativa de Marea y el PSOE surgió la misma semana en que se conoció la prórroga de Ence, el anuncio de Lores de que el BNG secundaría la propuesta llegó, sin demasiado énfasis, el pasado jueves, exactamente 23 días después. El Pleno de este lunes fue solo una confirmación de lo que se barruntaba. Lo que hizo el BNG en el Teatro Principal fue cambiar el foco de atención, y en eso se diferenció del resto.

Marea y PSOE, impulsores de la medida, se centraron sobre todo en el presidente del Gobierno, y a Mariano Rajoy lanzaron sus dardos, especialmente Luís Rei, que aludió a los constantes casos de corrupción del Partido Popular. El BNG, con las esporádicas y cortas intervenciones de Lores (una muestra más de su poco interés en la polémica) y con el agudo discurso de Carme Da Silva, puso el foco sobre Ence. El enemigo no era tanto Rajoy, que también, sino, principalmente, la empresa. A ella iban dirigidas las críticas y las soflamas, pese a que se suponía que, por encima de todo, el protagonista central era el presidente del Gobierno.

Lores sabe, aunque lo niegue y maldita la gracia que le hace, que la permanencia de Ence supone para él un activo político, una manera de mantener movilizados a sus seguidores, de criticar al Partido Popular y de encontrar un enemigo al que dirigirse. Por eso varió ligeramente la dirección de su foco para apuntar a la empresa: tener a la factoría en Lourizán le permite avituallarse de munición. Si a eso le sumamos el hecho de que el propio PP cometió la torpeza de conceder la prórroga durante su etapa en funciones, el BNG mantiene a rebosar su capacidad de ataque y su tanque de argumentos.

Pero lo de este lunes era otra cosa, algo que se salía del pimpampum habitual. La declaración de Rajoy como persona non grata no partió de los nacionalistas, que solo intervinieron en una ocasión durante el Pleno, y que han ido a remolque, casi a regañadientes. Porque lo ocurrido supone abrir un nuevo escenario en la relación con el Gobierno central, con el que hasta ahora, sobre todo a través de la ministra de Fomento, Ana Pastor, ha habido una más que aceptable relación. De Pastor partieron los fondos para la urbanización de la avenida de Josefina Arruti y a Pastor se ha aludido siempre como una persona con la que el Concello de Pontevedra puede dialogar, muchas veces para contraponerla a otros dirigentes del partido. El problema es que Pastor pertenece al círculo íntimo de Rajoy y que se ha involucrado personalmente en la pelea y movilización del partido contra lo ocurrido este lunes.

Aunque la continuidad del PP en el Gobierno es dudosa a día de hoy, el castigo a Rajoy supone un exceso del que el BNG no ha podido borrarse. Como ya se ha escrito en esta sección, le habría resultado imposible explicar lo contrario a su propio electorado después de haber anunciado que pelearía contra la prórroga "por terra, mar e aire". En la carrera por luchar contra Ence nadie ha querido quedarse atrás, nadie ha buscado una vía intermedia: las trincheras se han cavado un poquito más hondo.

Es una lástima. Porque en ese escenario alguien debió pararse a pensar lo que suponía la moción de este lunes después de la agresión física recibida por el presidente del Gobierno en diciembre; alguien debió pararse a pensar la imagen de pueblo cainita que se ha trasladado, con los defensores y detractores de la prórroga excediéndose e insultándose antes, durante y después del Pleno ante las cámaras, las grabadoras y los bolígrafos de los periodistas; alguien debió pararse a pensar si con una Pontevedra claramente dividida entre defensores y críticos con la prórroga, tenía sentido reprobar al presidente del Gobierno, que es de la ciudad; alguien debió pararse a pensar si la lista de agravios de Rajoy merecía una medida tan dura; alguien, en definitiva, debió pararse a pensar si todo esto, más allá de dónde se ponía el foco, merecía la pena.

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