Opinión

No, el miedo no es libre

El miedo es un "y si..." que en demasiadas ocasiones no llevamos adelante

MIEDO. MIEDOS. Temor. Pánico. Angustia. Es una emoción llena de sinónimos no exactos que nos acompaña en diferentes momentos de la vida: hay quien convive con miedos a diario y hay quien se jacta de no sentirlo nunca. El miedo tiene casi tantas manifestaciones como historias podemos contar. 

Cuando Juan se alejó de Irene por motivos que no vienen al caso, ella sintió miedo. Miedo a ser sincera consigo misma, miedo a reconocer que su relación estaba rota y miedo a empezar una nueva vida sentimental consigo misma como única compañera. Cuando Irene reflexionaba en las noches que no podía dormir, sentía a ratos que la mejor decisión era la misma que más miedo le daba y precisamente por eso, al menos de momento, no la iba a tomar. Aunque ya Juan fuera un compañero de piso más que una pareja, aunque ya habían pasado por las fases de ser más amantes que amigos, más amigos que amantes y ahora eran más compañeros que ninguna de las dos anteriores. Ella sentía un temor que no le permitía tomar ninguna determinación. Y lo peor es que ella lo sabía. 

Diego también pasó unas cuantas noches escaso de sueño. Especialmente la noche anterior a la reunión donde iba a contarle a su jefe que iba a dejar el trabajo. Estaba a gusto, llevaba bastante tiempo, peros sus inquietudes iban por otros derroteros con los que deseaba arriesgar. Y tardó mucho en tomar la decisión, y puso en un folio en blanco una lista de pros y contras que no le sirvió para nada, pero una mañana se despertó y lo vio claro: era joven, tenía ganas y no tenía tanto que perder. O sí, pero era todo material. Así que definitivamente, no tenía nada que perder. 

Tras veinticinco años de matrimonio, Andrés se divorció. Nadie pensó nunca que lo fuese a hacer, ni tan siquiera él mismo. De hecho, el que menos pensaba que fuera capaz era él. Pero su cuerpo se llenó de tanto miedo a lo largo de tantos años que un día no pudo contener más y decidió que tenía la edad suficiente para disfrutar la media vida que le quedaba por vivir si todo iba bien. Nunca había sido feliz, aunque él se había creído que sí, pero no era más que miedo. Miedo a pensar que su realidad no era una vida feliz y que debía serlo. Así pasaron muchos años de su vida, hasta que explotó del mismo miedo.

El miedo tiene casi tantas manifestaciones como historias podemos contar

Temor a un diagnóstico era lo que tenía María en la mañana que fue, sola porque no se lo había contado a nadie, al hospital. Al recoger los resultados se puso tan nerviosa que no escuchó la mitad de las palabras del médico y él tuvo que repetirle todo un par de veces. Había hecho tantas cábalas desde la primera prueba que no entendía que lo que aquel buen hombre y profesional le estaba contando no fuera nada de lo que ella había pensado. El pesimismo a veces provoca la sorpresa de la buena noticia. 

Los artistas son personas que viven con miedo la adolescencia porque en ocasiones y según la situación, la comunicación de la vocación es una montaña a escalar. Cuando Carla se hizo en casa un Concha Velasco: "Mamá, quiero ser artista", no sintió miedo porque sabía que sería arropada. El miedo vino después: miedo al fracaso, miedo a no estar a la altura de una familia que había confiado en ella, miedo a tener tanta vocación y no poder dedicarse a ello por lo complicado de la profesión… Unos miedos que aún trabajando, la siguen acompañando. 

Nieves supo lo que era el miedo siendo muy pequeña, cuando sus padres tomaron la determinación de regresar a España tras años viviendo en Alemania. Ella era una niña alemana de padres españoles, y como tal había estudiado y se había criado. Cuando su madre determinó que la ropa de invierno era algo innecesario para un traslado de país y un destino en el levante de nuestra geografía, no se dio cuenta de que Nieves, además de sentir miedo, sentía que sin sus abrigos no podría protegerse de la vida. Y cuando llegó a un colegio español a veinte grados no entendió nada y durante muchos años su temor fue también su silencio. El miedo se le quedó tan dentro que lo sigue narrando con lágrimas en los ojos veinte años después mientras su madre cree que hizo lo mejor para su familia. 

Al miedo le han puesto a lo largo de la historia forma de lobo, le han hecho poesías, lo han estudiado, analizado y hasta le han compuesto canciones. Y a pesar de todo, no es fácil decir "tengo miedo" y es demasiado fácil sentirlo sin aviso previo.

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