Opinión

Orquestas y algo más

VERANO EN Galicia es sinónimo de verbenas. Y no hay verbena que se precie sin orquestas. Las hay que no pasan de simples charangas con música enlatada y otras, con fastuosos escenarios que ya quisieran muchos artistas internacionales, congregan a miles de personas de todas las edades que peregrinan decenas de kilómetros para contemplarlas como si de una religión se tratase. Estas últimas sitúan sus honorarios por encima de los 20.000 euros, un montante que, según Hacienda, no siempre declaran. Existe un feedback, cierto es, que se traduce en la recaudación en los chiringuitos, si bien no alcanza ni la cuarta parte del desembolso, pues los más jóvenes, por ejemplo, suelen apostar por el botellón. Además, contratar a una orquesta 'top' resulta cuestionable en estos tiempos de penurias. Y más discutible todavía al constatar el amplio panorama de grupos emergentes 'made in Galicia' que buscan una oportunidad y que tocarían por una infinitésima parte. Los hay para todos los gustos: de folk, rock, blues, jazz, rap, electrónica... Y además componen ellos sus propias canciones. No pido la desaparición de las orquestas, en absoluto. No se concebiría una Galicia sin ellas. Pero aplaudo a los concellos y comisiones de fiestas que abogan por combinar ambas fórmulas y contribuyen, en cierta medida, a impulsar la creación musical.

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