Opinión

"Caca, culo, pis"

EN ESTE país no eres nadie si no publicas de vez en cuando un par de tuits insultantes que dejen constancia de tu agrio (y ennegrecido) sentido del humor.

Tampoco llegarás muy lejos si no utilizas un lenguaje basado en lo políticamente incorrecto, lo mustio y/o lo descatalogado. Quizás estas sean las consecuencias de vivir en un país poco juicioso aunque bastante desordenado y desesperado, un lugar donde gustamos más en respaldar al mediocre que en ovacionar al hombre ese que se las ve y se las desea por ser una persona compasiva la mayor de las veces.

Recientemente hemos estado inmersos en el debate sobre el edil de cultura del Ayuntamiento de Madrid, Guillermo Zapata, y sus desafortunados tuits: un amplio abanico de “chistes negros” donde el bueno del concejal se mofaba sin ataduras de las víctimas del Holocausto y del terrorismo, entre otras lindezas. Enseguida, y ante la avalancha de maldiciones germinadas hacia él y las reiteradas peticiones de renuncia, el edil primero pidió disculpas para luego dimitir como concejal de Cultura, aunque sin entregar el acta.

Por mi parte el Sr. Zapata está excusado, ya que al chaval le dio por escribir guiones y meterse en política, como podría -perfectamente- haber caído en las garras de cualquier otro mal vicio, y también porque si en su día supimos elevar a los altares las insolentes portadas de Charlie Hebdo, con él no podríamos hacer una excepción como baluarte del humor negro.

El caso es que en ocasiones da la impresión de que nos obcecamos a la hora de encumbrar y administrar la cultura del mal gusto, de la ofensa facilona. La mala educación y la falta de respeto hacia el prójimo son una constante en las redes sociales, y no olvidemos que esas redes son el fiel reflejo de nosotros mismos. El pasado siempre vuelve, que afirmaba el sabio a regañadientes, y muchas veces lo hace para recordarnos a palo seco que aquello que hicimos no tuvo razón de ser, que fue un comportamiento puramente pueril, sobre todo si no contabas con gobernar Madrid.

Zapata, a mi parecer, también es la distintiva víctima de un sistema social que promulga y premia el mal gusto y la ordinariez a partes iguales. Una sociedad que navega en los contextos barriobajeros del “caca, culo, pis”, para así lograr que prestemos atención a lo superfluo, a lo banal…

En consecuencia, lo mejor que podemos hacer con este concejal es excusarle y hacer “borrón y cuenta nueva”. No vaya a ser que al hacer lo contrario nos convirtamos en cómplices de un cambio lógico y necesario hacia la sensatez.

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