Opinión

El baúl de Azar

Es en la mencionada página donde nos podemos topar con atrayentes imágenes de 'A Boa Vila', junto con retratos de hombres y mujeres, cielos encapotados o soleados...


EL ARTE suele estar allí donde el ojo sabe apreciar, entrever y sentir. El arte es un estado del alma, tal y como indicaría Marc Chagall en su momento, y también es una forma muy digna de rehusar el mundo que nos oprime con sus tosquedades y sus recovecos, en ocasiones, colmados de vanidad.

Sobre la fotografía diré que suele abrirnos puertas al pasado, al tiempo que podemos echarle un vistazo al futuro más inmediato. Abrir los ojos hacia una foto y saber que aquel suceso realmente aconteció, observar el paso de los años que no perdonan o la mirada de la mujer amada y admirada, una mirada que siempre se ha mantenido risueña y que ahora se encuentra ataviada con media docena de arrugas y un filo de claridad mayor, esa franqueza que nos la suele otorgar la madurez y los acontecimientos que marcan nuestra existencia. Yo soy de los que creen que el primer pago de todo artista es la satisfacción propia y la elevación de su alma mediante el trabajo que lleva a cabo. Así es que cuando me enteré de que mi amigo de la infancia Antonio Vidal se dedicaba a sacarle instantáneas a la ciudad de Pontevedra, teoricé que algo en su interior se estaba removiendo, una vorágine de sentimientos que más tarde tuvo a bien compartir en su página de Facebook bajo el nombre de 'El baúl de Azar'. Y como todo existe para culminar en una fotografía, es en la mencionada página donde nos podemos topar con atrayentes imágenes de 'A Boa Vila', junto con retratos de hombres y mujeres, cielos encapotados o soleados, músicos con guitarra en mano ovacionados por el público en 'Surfing the Lerez Festival' o agraciadas mujeres cuya mirada se haya perdida en un horizonte discrepante que escapa de las disquisiciones.

Cuando me atrevo a preguntarle a Antonio que porqué le ha dado ahora por la fotografía, él me contesta que ha sido una espinita del pasado, que cuando él quería no pudo ser, y que ahora que la vida se ha convertido en algo «juicioso», ya era hora de llevar a cabo este sueño, a modo de escapatoria presentada en forma de hobbie, una dedicación que le da sentido al día a día, que logra pulir lo serio hasta convertirlo en algo más aguantable.

Por tanto, yo les invito, estimados lectores, a visitar este baúl fotográfico. Allí se situarán en un terreno donde podrán reposar la vista gracias al ojo de una de esas personas que saben que la fotografía también es una manera de mirar, aunque no sea la mirada misma.

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