Opinión

El machismo

EL MACHISMO habita entre nosotros y se hace fuerte por momentos. Sus garras continúan siendo las mismas que las de hace décadas, aunque ahora se muestren como anzuelos de terciopelo que lisonjean suavemente antes de desbaratar a sus víctimas. 

Como ejemplo simplón pero certero, sólo tenemos que visionar alguno de los más exitosos videoclips musicales de nuestros días y ver cómo siempre son ellas las que enseñan cacho o son “cacheadas” por un rapero con voz de pito que clama obscenidades mientas un grupo de chiquillas bailotean al son del “papito rico”, cuales esclavas que contonean el “body” ante su amo y señor. Ciertamente el machismo no ha muerto, sólo se ha transmutado en un sinfín de excusas que para nada ansían liberar la figura de la mujer. 

En pleno 2016 las mujeres en España continúan cobrando un salario inferior al del hombre. No poseen, por decirlo de alguna manera, casi ningún tipo de aliciente a la hora de ser madres, sin citar el horroroso número de ellas que han sido asesinadas a manos de sus parejas o exparejas. Debemos tener en cuenta que un machista es un tipejo que se pasa la vida intentando convencer a su entorno de que es un macho alfa. Es un individuo que goza a la hora de narrarnos su onanismo y que actúa como si el hábitat en el que reside fuese una película de serie B donde los hombres se miden las pistolas y los casquillos de las balas. 

Los machistas, por ejemplo, han observado con muy buenos ojos el acto hortera de las campanadas de este fin de año en una exitosa cadena de televisión nacional: allí aparecían Carlos Sobera y Cristina Pedroche, el primero con mesura, cual dandi de salón, y la segunda concediendo al público sus curvas mujeriles gracias a un vestido (por llamarlo de alguna manera) que permitía ver, sin dejar margen de error a la imaginación, toda su fisonomía. 

Esa imagen, la del Sobera sobrio y la de la Pedroche semi desnuda ante millones de personas, sintetiza de muy buena manera la falsa liberación de la mujer en esta sociedad en teoría híper mega civilizada y ecuánime. Tanto es así que en Twitter más de un tuitero y de dos ya le daban las gracias a la de Vallecas por haberles proporcionado la primera paja del año. 

Ver para creer o para morirnos de vergüenza ajena. Yo sólo pido que en las próximas campanadas aparezca Sobera en calzones, mostrando su pecho lanudo y sus canillas. Con esto no haremos justicia, pero al menos nos habremos reído un poco de la estupidez y de la hipocresía que (todos) alimentamos a diario.

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