Opinión

España es un bar

AMANECEMOS CON las corruptelas de Vitaldent y nos damos cuenta de que blanquear en nuestro país ya es un "arte" que va más allá de lo puramente dental. Vitaldent blanqueaba —presuntamente— incisivos y carteras, un ajetreo voraz que hace que la ciudadanía se sienta un poco más, si cabe, sorprendida y exhumada.

Tal vez usted no lo sepa, pero lo fundamental de España es que en realidad no es un país, sino un bar. Lo es porque ya un 1,54 millones de españoles viven —o sobreviven— gracias a la hostelería. La crisis (esa puta con zarpas harapientas que hace que usted tome ansiolíticos a diario para sobrellevar los golpes de sus menosprecios) ha provocado cambios en el modelo productivo, en la eclosión de la hostelería, convirtiéndose en el sector más pujante de nuestro país.

Esta cifra —que se refiere al cuarto trimestre del año 2015— se distingue por su evolución y su volumen, y revela hacia dónde se dirige la economía española: hacia una apuesta nada segura como es el turismo y el ocio. Este ‘boom’ hostelero está detrás del fuerte aumento de los precios que se está produciendo en el sector.

Desde mi punto de vista, en este momento el mayor dolor que provoca la crisis ya no es en esencia monetario, sino más bien moral

En un contexto deflacionista (el IPC interanual se sitúa en el -0,3% en enero de 2016 respecto del mismo mes de 2015), las tarifas hoteleras están creciendo un 6,4%. Por su parte, los precios en restaurantes, bares y cafeterías crecen a un ritmo del 0,9%. Es decir, en ambos casos muy por encima de los precios, debido a los incrementos de demanda.

En contraposición, continúa "el éxodo" de personas sobradamente cualificadas que abandonan nuestro país en busca de una mejor oportunidad laboral, incluso, personas que huyen despavoridas y avergonzadas de lo que está sucediendo aquí desde hace ya varios años: ser conscientes de cómo son siempre los sinvergüenzas los que se llevan la mejor tajada, teniendo en cuenta que muchos de esos sinvergüenzas ni siquiera poseen estudios medios, ni siquiera han leído un libro en su vida, y que gozan de un empleo estable gracias al re(citado) enchufismo y/o recomendación partidaria.

Desde mi punto de vista, en este momento el mayor dolor que provoca la crisis ya no es en esencia monetario, sino más bien moral. Abrir los ojos y ver cómo son "premiadas" personas nada capaces hace que el grueso de la ciudadanía se sienta fastidiada, asqueada e insurgente; o como diría Augusto Roa Bastos: "el poder de infección de la corrupción es más letal que el de las pestes".

Un país, por desgracia, infecto.

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