Opinión

Sangre, balas y misiles

Lo de Putin quizás tenga mucho de película americana aderezada con vodka barato y una chulería que es capaz de romper las botellas gracias a la agitación de su odio


LAS GUERRAS las carga el diablo y suponen el declive del ser humano. Ahora que los medios hablan día sí y día también sobre la llegada de la Tercera Guerra Mundial, acaso debiéramos rememorar lo dicho por Albert Einstein al respecto: "No sé con qué armas se luchará en la tercera Guerra Mundial, pero sí sé con cuáles lo harán en la cuarta Guerra Mundial: Palos y mazas".

Aunque opiniones y frases hay de todo tipo (todos poseemos una con la que podemos impresionar a una sueca o soltar a modo de puñetazo sobre la mesa de una tertulia de rancios culturetas ávidos de crecepelo y ungüentos hemorrágicos) la contundente locución de la semana pasada, la grande, la de verdad, la soltó el señor Putin (Vladímir para sus amistades moscovitas). Putin aseveró, propiciado por las tensiones ocasionadas a Europa por parte de Estado Islámico, que "perdonar a los yihadistas es cosa de Dios, mandárselos a Él es cosa mía".

Y tan ancho que se quedó el hombre mientras que en las redes sociales se consideraba ésta como la sentencia de este año que a punto está por llegar a su consumación. Lo cierto y verdad es que la frase no pertenece en exclusiva al señor Vladímir, ya que anteriormente había sido pronunciada por el actor Denzel Washington en el filme del año 2004 El fuego de la venganza, dirigido por el director británico Tony Scott. Cabe decir, sin que esto interese mucho al lector, que esta película es una de mis preferidas, seguramente porque el protagonista ansía fervorosamente darle sentido a su decadente vida, una vida colmada de errores y "pecados", no sin antes llevarse por delante a unos cuantos mal nacidos hijos de satanás a lo largo y ancho de México D.F.

Lo de Putin quizás tenga mucho de película americana aderezada con vodka barato y una chulería que es capaz de romper las botellas gracias a la agitación de su odio. Asimismo debiéramos tener en cuenta, más allá del dolor y el resarcimiento inmediato, que un mundo en beligerancia constante donde los "putins" abundan será condenado irremediablemente al exterminio. La venganza no es justicia y la seguridad máxima jamás ha existido, aunque si llegara a existir, sin duda nos quitaría todos y cada uno de los derechos que poseemos como individuos.

No podemos dejar de tener fe en la humanidad y en nosotros mismos. Alimentar la esperanza también es un guiño de tipo duro, posiblemente el más duro de los guiños, ya que siempre ha sido más difícil perdonar y coexistir que arremeter al enemigo con sangre, balas y misiles.

Comentarios