Opinión

El adiós a Tito que nadie esperaba y conmocionó a Bueu

Valeriano Martínez, conselleiro de Facenda. RAFA FARIÑA
photo_camera Valeriano Martínez, conselleiro de Facenda. RAFA FARIÑA

NO HAY NADA más triste para un periodista que sentarse ante el teclado para escribir un in memoriam de una persona tan querida y apreciada como Valeriano Martínez García, Tito, como todos le conocíamos, leal y trabajador hasta donde fuese necesario.

Un fallecimiento inesperado que conmocionó, además de a todo el arco político y en especial al Gobierno gallego y al PP, a los vecinos de Bueu, donde residía y a los de Aldán, la parroquia de Cangas que le vio nacer.

Fue tal el impacto del impensable suceso que en Bueu y Aldán no se hablaba de otra cosa duran te la tarde de ayer, a media que se fue conociendo la noticia de su óbito a los 60 años de edad.

Aunque nacido en Aldán, estaba casado con una vecina de Bueu, Marila, y en este municipio construyó su casa y su proyecto familiar con un hijo, que se encuentra estudiando en Copenague (la capital de Dinamarca), donde recibió la trágica noticia.

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Tito fue un vecino ejemplar, que creaba amistad con todo el mundo y que, a pesar de ser conselleiro (era la mano derecha de Feijóo en materia económica desde el 2015, por lo que este pierde a un gran colaborador, mientras Galicia a uno de sus grandes activos), siempre mantuvo su forma de vivir llana y abierta. Cualquier momento era ideal, si te encontrabas con él, para una agradable conversación; cualquier tema era bueno para él con tal de departir con sus vecinos y amigos.

Era funcionario de la máxima categoría de la Xunta y era más un técnico que un político, eso sí, un gran técnico y un excepcional profesional en todos los campos en los que le tocó trabajar (había sido también director de recursos humanos del Sergas, por ejemplo).

Nuestro Tito, el de Bueu y el que vino al mundo en Aldán, deja un enorme vacío, en especial en su familia, que era su pasión, y entre todos los que le tratamos y le apreciamos. Mucho de su tiempo libre, además de pasear por los dos lugares en que se dividía su corazón, junto a su esposa y, cuando era más pequeño, su hijo, lo dedicó al diseño de su casa familiar en el barrio de A Carrasqueira y a la plantación de hortalizas en una huerta que él mismo preparó.

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Aunque su capilla ardiente no la tarde del miércoles, en el Tanatorio de Bueu y sus inmediaciones se concentraron centenares de familiares, amigos y compañeros de la política, ya que al margen de su ideología siempre fue igual de abierto y cordial con todo el mundo.

Sus restos mortales partirán esta tarde a las 19.30 horas para su incineración en la intimidad familiar, mientras que el funeral por su eterno descanso se oficiará este viernes a las 18.00 horas en la iglesia de San Martín de Bueu.

El miércoles partió Tito y si hay un lugar en el más allá para los mejores, allí tendrá su lugar reservado. ¡Hasta siempre amigo!

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