Opinión

La grande bellezza

Sin nombre
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La 76 edición del festival de cine de Venecia ha arrancado muy fuerte este año. En una edición larga es casual y, por qué no reconocerlo en mi opinión, también un privilegio el poder empezar con el ánimo por las nubes. No siempre ocurre. Las celebrities suelen estar muy esparcidas estratégicamente a lo largo de todos los días. Cansancio aparte, el incentivo emocional, mezclado con stress por temor a no llegar a todo, que supone tener un amplio abanico de opciones, a mí me motiva. No tienes tiempo ni para respirar, ni siquiera sabes si el único momento de calma es el del desayuno, pero ¡Qué importa! La aventura es tan especial, diferente y maravillosa, que todo lo compensa.

Catherine Deneuve, igual de bella que de carácter difícil por decirlo de una manera cordial, inauguró la sección oficial con La verdad, al lado de la sí encantadora Juliette Binoche. Sin embargo, sus luces se apagaron pronto porque los focos y la atención de los medios volvieron su mirada enseguida a dos hombres que, en sus diferentes cometidos, nunca pasan desapercibidos.

Pedro Almodóvar, en un año en el que su película Dolor y Gloria le está dando muchas alegrías desde el primer momento, fue el primer protagonista de un momento único y especial. Hace treinta años, el director manchego presento Mujeres al borde de un ataque de nervios en el festival. Desde ese año, nunca volvió al certamen con ningún otro trabajo. Sin embargo, su trayectoria ha sido recompensada con el premio especial: el "León de oro" a toda un vida, que también recibirá Julie Andrews la próxima semana.

En la abarrotada sala Grande del Palacio del festival, donde se estrenan las películas a competición, Almodóvar fue recibido por un público entregado y puesto en pie con una contundente ovación de varios minutos. Al agradecer el "León de oro" se emocionó en su discurso "porque recibo este galardón como muestra de agradecimiento hacia mí, lo que lo hace más valioso". Al día siguiente de recibirlo, Pedro dio una máster class que será recordada como uno de los eventos destacados de esta edición.

La otra presencia, cuyos ecos y gritos de delirio aún resuenan en el festival, es la de Brad Pitt. Muy poco se ha prodigado en entrevistas en los últimos años. En su etapa con Angelina Jolie, el actor era menos accesible a los medios, activaba cautelas y sus publicistas hacían infranqueables algunas normas. En Venecia me encontré a un Pitt muy distinto, relajado, cercano, sonriente, divertido. Como diría mi amiga Marisa Armenteros de Mediapro "tiene un lenguaje corporal que me encanta". Llegó para promocionar Ad Astra y la crítica más exigente ya le posiciona en la senda de los Oscar.

Este fin de semana será el de la presencia de un ramillete de grandes presencias. Rodrigo Sorogoyen presenta Madre, Antonio Banderas y Meryl Streep llegan para promocionar La lavandería, película sobre los papeles de Panamá, Penélope Cruz y Gael García Bernal protagonizan La red avispa, que irá también a San Sebastián, y John Malkovich, Javier Cámara y Jude Law vienen con The new pope. Con el británico llega "la grande belleza". Imposible no darse la vuelta para mirarle.

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