Opinión

El Áncora, el periódico católico

AÑO 1896. A instancia e iniciativa del párroco de Marín Manuel González Rodal un grupo de destacadas personas de la sociedad de aquella época junto con los curas párrocos de Pontevedra y parroquias próximas, se reúnen en la capital y acuerdan crear un diario "pura y exclusivamente católico" aprobándose las bases y el programa cuyos pilares fundamentales serían: "la defensa del dogma y de la moral y las noticias de interés general e información religiosa". Y por nombre eligen El Áncora.

Con el fin de sacar adelante el proyecto se nombró una Junta de Gobierno que se encargaría del estricto cumplimiento de lo acordado compuesta por: el Padre Boneta, comendador de los Mercedarios de Poio; Manuel González Rodal, párroco de Marín; Ambrosio Borobio y Antonio Loimil, párrocos de San Bartolomé y Santa María de Pontevedra, respectivamente; Fernando Olmedo, comerciante pontevedrés; Domingo Castiñeira, concejal capitalino y el industrial José Benito Sánchez Puga. Además de los párrocos de Viascón, Tenorio, Salcedo, Marcón y Combarro.

Pero los reunidos sabían que la iniciativa no prosperaría sin la 'bendición' de la superioridad, en este caso del Cardenal Arzobispo de Santiago a quien dirigieron un escrito en el que le exponían los motivos por los que creían necesario la edición de un diario de ideario católico. En su larga y extensa petición —que me permito abreviar— comienzan por decir que "la impiedad está causando graves daños en la sociedad donde el mal intelectual va cundiendo con una rapidez espantosa. La prensa sectaria e impía es el medio por el que los sectarios del error se valen para pervertir y corromper las inteligencias... Hay periódicos que hacen cínico alarde de libres pensadores y anticlericalismo, calumniando al clero, falseando la historia y fomentando las más bajas pasiones..."

Los peticionarios siguen justificando la necesidad de la creación de un periódico católico diciendo que "no basta con oponerse desde la Iglesia o las reuniones públicas a quienes usan la impiedad, es preciso además oponer escritos a escritos. Hay que contrarrestar la influencia perniciosa del diario impío con el saludable influjo de un diario católico, propagador celoso de la sana doctrina instruyendo al ignorante, rebatiendo al blasfemo y defendiendo a la verdad ultrajada. Y si los buenos católicos no emplean todas sus fuerzas en perseguir al enemigo común, tarde o temprano tendremos el ateísmo triunfante y a la Iglesia coartada en el ejercicio de sus deberes sagrados..."

Finalmente la Junta de Gobierno explicaba al prelado que "persuadidos de la necesidad imperiosa de poner un valladar a la mala prensa acordaron publicar en la ciudad un diario católico consagrado a la defensa de los principios y las doctrinas del magisterio infalible de la Santa Iglesia..." No dudó el arzobispo en autorizar la edición de un periódico católico sin color político alguno cuyo titulo sería El Áncora, cuyo primer ejemplar vería luz el 20 de abril de 1897 siendo su censor y director Ambrosio Borobio Díaz, párroco de San Bartolomé.

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