Opinión

El saludo de ¡"Marín con Franco"!

NO RECUERDO quien, pero hace tiempo alguien me hizo llegar, con la petición de editarlo a través de las páginas del añorado ‘Portocelo’, un extenso relato –que ocupa 16 folios– escrito por el marinense Adolfo Victor Ariz Molas y que bajo el titulo de ‘Lucubraciones de don Manuel Festiñazo Tenlochico’ relata las vivencias de ‘Manoliño Mandacarallo’ (se me antoja que es el seudónimo del autor) en el Marín de los años cuarenta. 

A. V. Ariz Molas nació en Marín, estudió en el colegio de los Paúles y orientó su destino profesional hacia la Armada donde se formó como marino de guerra. De su amplio currículum militar habría que destacar que dada su alta graduación, Capitán de Navío, llegó a director de la Academia de Suboficiales de la Armada de San Fernando. Precisamente fue allí en aquella ciudad donde murió en 2014. 

Son muchos los recuerdos que Ariz Molas nos hace llegar a través del protagonista de sus relatos, y entre ellos, escojo para esta entrega, una anécdota que hace referencia a la mítica frase de ‘"Marín con Franco"’. El autor nos traslada al 15 de agosto de 1943, fecha de la inauguración de la Escuela Naval, acto al que asistió “Manoliño Mandacarallo’, quien mudo de admiración con sus infantiles ojos abiertos por el asombro, contemplaba aquel espectáculo en el que participó todo el pueblo: calles engalanadas y balcones con colgaduras; cientos de invitados; innumerables coches; ministro de los Ejércitos de Tierra, Mar y Aire; príncipes de la Iglesia y de la Milicia; miembros del Gobierno; alcaldes y demás jerarquías –locales, provinciales y nacionales– del Movimiento. 

Durante la víspera de aquella histórica inauguración había sido colocada una pancarta en el monumental acceso granítico acceso a la ENM –la Puerta de Carlos I– en la que rezaba con grandes y azules letras: “"Marín con Franco"”. Frase que no debió gustar mucho a los ‘"altos mandos"’ “porque, según nos describe Manoliño Mancarallo, algún avispado personaje del Movimiento, gran inquisidor y pelota sublime, dio en pensar que un céfiro viento traidor y algo marxistoide, al mecer la pancarta, podría velar siquiera momentánea e inoportunamente la primera de las "‘enes’" de la frase –la que va ligada a Marín– o bien que la entusiasta repetición popular de la consigna resultase mal percibida por oídos duros y peor interpretada por obtusas mentes...”, convirtiéndola en ‘"Mari.. con Franco"’. Al día siguiente, sigue narrando A. V. Aríz a través de su personaje, amaneció claro y radiante, con una renovada pancarta, igual de grande pero con una leyenda menos comprometedora y peligrosa –lo que hoy en día se diría ‘políticamente correcta’– en la que se podía leer ‘"Marín saluda a Franco"’. 

La frase en cuestión todavía sigue siendo recordada y pronunciada, no sin cierto recochineo, entre las generaciones que recuerdan la anécdota, tal como la describe en su narración Victor Ariz Molas, un marinense que vio frustrada su aspiración de ser periodista metiéndose a militar por complacer a su padre.

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