Opinión

Marín, el cementerio de Chan da Raña

LAS FESTIVIDADES de Todos los Santos y Difuntos son días en los que los cementerios se llenan de gente que acude a honrar a sus seres queridos. Estos ‘santos’ lugares son un importante enlace con la historia local por eso es recomendable conocer su origen pues “no conoce realmente a su pueblo quien no ha visitado su cementerio”.

El cementerio de Marín guarda tras de sí, como la mayoría, una importante historia que comienza con un primer ‘camposanto’ al lado de la iglesia parroquial erigida por los monjes de Oseira, -donde hoy existe una plazuela (calle Real) con un cruceiro y una fuente-, que a principios del siglo XIX y por acuerdo municipal hubo de ser trasladado a terrenos “lindantes con la carretera de Pontevedra a Cangas con puerta de entrada enfrente de la calle de A Roda, en terrenos que hoy ocupa el Parque Eguren”, según nos lo describe Manuel Cendán en su libro ‘Marín en las tarjetas postales antiguas’.

Ya en su nueva ubicación, si bien en un principio era de uso exclusivo para la comunidad católica, la llegada a Marín de la Iglesia Evangélica -año 1882- obligó al cumplimiento de las disposiciones gubernamentales de dedicar un espacio para las personas fallecidas no católicas. A medida que avanzan los años la población crece y el cementerio se va quedando pequeño en relación con el número de fallecidos por lo que en 1885, según documentos consultados, se acuerda estudiar la dotación de uno nuevo. La comisión creada a tal fin propone adquirir o Chan da Raña próximo al monte de San Pedro. Hay un dato muy curioso y es que mientras se gestionaba su construcción fallecen varias personas de la comunidad evangélica las cuales fueron inhumadas en la nueva parcela la que “para evitar profanaciones es cerrada con un valla de madera sustituida después por un gran muro de piedra”, según se relata en el libro de Cendán.

En 1893 se aprueba el proyecto que constará de capilla (sería trasladada aquí la mandada construir en 1859 por el abad de Osera), sala de depósitos, autopsia y osario. En base a lo acordado se contratan las obras y el contratista Manuel Torres Amoedo las finaliza en 1900. Tras su recepción por el alcalde Narciso Estévez Rodríguez es inaugurado un año después, concretamente el 29 de mayo de 1901, siendo ‘bautizado’ por el párroco de la época como Cementerio de las feligresías de Marín y San Xulián, que es el que conocemos hoy en día como ‘o cementerio da Raña’.

A lo largo de sus 115 años de existencia el actual y principal cementerio del municipio ha sido sometido a diversas mejoras así como a su ampliación en allá por los ochenta. Poco después de la reinstauración de la democracia en 1978 se produciría la ‘caída’ del muro que divídía el cementerio, hoy unificado, en dos partes, una la de los ‘protestantes’ y otra la de los católicos.

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