Opinión

Marín, el disgusto del tío Tomás

HOY les voy a contar un nuevo episodio de los que ocasionalmente traigo aquí extraído del Viejo carné de mi abuelo escrito por José G. Santiago, popularmente conocido como Valente. El hecho ocurrió en los años veinte del siglo pasado y tiene como protagonista el disgusto sufrido por Tomás García, un tío suyo.

El susodicho pariente de nuestro relator era un gran conocedor de las tradiciones religiosas de la parroquia de San Xulián. Actuaba como mayordomo de la Virxe dos Remedios y estaba tan al corriente de los usos y costumbres parroquiales que durante las fiestas del lugar había que recurrir a él para asesorarse de los ritos de rigor. Entre las tradiciones de la parroquia, algunas todavía se conservan, en la procesión de las fiestas del patrón San Xulián, la Virxe dos Remedios, a la que tanta devoción tenía el tío Tomás, iba delante de la comitiva, y a la viceversa el día de la fiesta de los Remedios. Es decir se cedían el primer puesto una imagen a otra en ambos días de las fiestas.

Sin embargo en la procesión del Corpus, festividad muy celebrada entonces en esta parroquia, la imagen de San Xulián salía sin el sombrero, a pelo. Según nos cuenta Valente en su historia Tomás García ordenó, siguiendo la tradición, que la imagen del santo saliese con la cabeza descubierta. Contrariamente un cura de Marín llamado don Jesús que oficiaba la misa ese día desautorizó aquella costumbre y reprochó al "tío Tomás, quién era él para decir que el santo fuese a pelo en la procesión", contestándole que "se trataba de una tradición que venía de muy antiguo y que no había porque cambiarla".

Ni uno ni otro cedieron en la discusión. "Fue tan acalorada que llegaron a las manos ante la presencia de muchos devotos que no daban crédito a los que estaban viendo". Pero la cosa no quedó ahí pues el cura debió pasar denuncia ya que a las pocas horas "estando el tio Tomás comiendo en casa llegó la Guardia Civil y lo detuvieron". La detención causó estupor entre los parroquianos al tratarse de un vecino de intachable conducta y religiosidad. Fue tal el disgusto y la rabia que sufrió el detenido que una vez liberado del calabozo donde estuvo encerrado 24 horas "se fue derecho a la Capilla Evangélica de Marín donde pidió cambiar de religión y que lo bautizasen como protestante adquiriendo el nuevo nombre de Eusebio". Después reunió a toda la familia y les dijo: "Hijos míos no quiero que por lo que a mí me sucedió hagáis lo que yo hice, tanto vuestra madre como vosotros debéis seguir donde estáis. No quiero venganzas...".

Nos dice Valente en su historia que "Tomás García murió muy mayor con la espina clavada de haber renunciado al catolicismo pero al igual que lo había hecho en la iglesia católica demostró un comportamiento ejemplar en la iglesia evangélica".

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