Opinión

Marín, feliz 'cumple' don Manuel Torres

"Feliz cumple don Manuel Torres (1901-1995). Nada menos que 120 años. Y lo felicito en presente y no en pasado porque como egregio artista pintor, usted don Manuel, no ha muerto. Sigue entre nosotros inmortalizado por su ingente obra artística, su legado cultural a Galicia, y especialmente a Marín, su pueblo natal". 

Mucho se ha escrito —y mucho he escrito— de Manuel Torres. Pero siempre es poco. Por eso hoy aprovechando su aniversario, y con la brevedad que me impone el espacio, le dedico estas líneas revisando de nuevo los inicios de su vida artística a través de datos que nos dejó escrito Guillermina Soler Martínez (Lda. en Filosofía y Letras) en su libro El pintor Manuel Torres (Editado por la Xunta de Galicia. 1987). "Escribí este libro, decía la autora en su día y en vida del pintor, por la falta de publicaciones sobre Manuel Torres, cuando ha sido uno de los máximos exponentes del movimiento renovador de la pintura gallega...". 

Nace Manuel Torres Martínez en Marín, en la rúa da Calzada, el 17 de junio de 1901. Su, padre maestro de obras (fue uno de los contratistas de la actual Casa Consistorial) José María Torres Ruibal, "le enseñaría los fundamentos de la estética...". Era el segundo de tres hermanos, todos varones. De niño asiste al parvulario del colegio de La Inmaculada de Marín. A los siete años ingresa en el colegio de San Luis Gonzaga que dirigía el clérigo José Trasande del que siempre guardó gratos recuerdos. 

Manuel Torres nunca supo precisar cuando surgió en él la pasión por pintar. "Eu non sei por qué empecei a pintar, a non ser porque o sentía de tal maneira que sen ningún estímulo aínda o facia espontáneamente...". Los primeros pasos hacia el dibujo los da de la mano del profesor Carlos Castuella Caracuel, artista y calígrafo, y los de pintura los recibe del pintor Lino Gerpe. Aquel aprendizaje lo lleva a su primer trabajo que realiza a los 13 años, "un paisaje" y a los 15 años: "un pseudo-collage", conjunto de dibujos dedicados al director del colegio. 

Comienza a pintar en "un ambiente que menospreciaba a ocupación dun pintor, e xa non falemos dun poeta", como nos recuerda en otro de los pasajes del libro de Guillermina Soler. Eran momentos poco estimulantes para quien como él tenía inquietudes artísticas, por lo que compagina su afición a pintar con estudios de la carrera de Magisterio, atendiendo en ‘prácticas’ un aula de párvulos. Adquirida la titulación de maestro, comienza a ejercer como tal, hasta que con la pandemia de 1918 suspende su actividad que retoma años después junto con la pintura a la que dedicaría toda su vida y que le han hecho merecedor de alcanzar la fama como "pintor, humorista gráfico y escultor, destacando su larga trayectoria artística en la que prevalece su fidelidad a los orígenes, su oficio y su integridad personal".

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