Opinión

Marín, ‘in memorian’ A. Blanco Freijeiro

Treinta años hace ya (concretamente se cumplen pasado mañana día 6) que fallecía nuestro recordado e ilustre arqueólogo marinense, Antonio Blanco Freijeiro (Marín, 1923-Madrid,1991) al que me cabe el honor de haber conocido y tratado. Aún recuerdo aquella mañana de Reyes en la que muchos marinenses nos consternábamos con su muerte sobrevenida, a sus casi 68 años de edad, en su domicilio de Madríd debido a una dolencia pulmonar. La noticia corrió como reguero en pólvora por las aulas de la Universidad Nacional donde produjo sorpresa, por inesperada, y dolor por el afecto que se le tributaba.

Antonio Blanco Freijeiro nació en Marín el 6 de septiembre de 1923. Era hijo del primer director y cofundador de la Coral Polifónica de Pontevedra, Antonio Blanco Porto y de la marinense Mercedes Freijeiro Veiga. Sus estudios primarios fueron en el Grupo Escolar de Marín y los de grado superior en el instituto Valle Inclán de Pontevedra donde tuvo como profesor a su admirado José Filgueira Valverde, otro insigne personaje de la Cultura.

Después ingresa en la Universidad de Santiago donde se licencia en Filosofía y Letras. Posteriormente se traslada a Madrid como discípulo del historiador pontevedrés Francisco Javier Sánchez Cantón. Su prolífica carrera como historiador y arqueólogo culmina con su ingreso en la Real Academia de la Historia y miembro de la de Bellas Artes de San Fernando. En su lista de distinciones figura haber recibido el Premio Nacional Fray Luis de León de Lenguas Germánicas.

Aunque ejerció en la enseñanza y la investigación lejos de su Galicia natal, Antonio Blanco Freijeiro nunca se desvinculó de la tierra en la que vio luz, a la que amaba, y a la que acudía cada año en época vacacional. Así es que días antes de su fallecimiento pidió que al momento de su muerte recibiese sepultura en el cementerio de Marín donde también reposan los restos mortales de sus padres. En su funeral, que tuvo lugar en el Templo Nuevo de Santa María del Puerto, -completamente abarrotado de marinenses, entre los que se encontraban familiares, amigos, colegas y ex alumnos, destacando la presencia del profesor José Filgueira Valverde y del director del Museo de Pontevedra, Carlos Valle además del alcalde de Marín, José M. Pierres- le fueron dedicadas, por parte del oficiante, el párroco Ángel Saavedra Meijomide, elogiosas palabras que aún recuerdo y que recogía el periódico local Portocelo donde colaboraba con su artículos: “Dios lo acogió en su seno con toda seguridad pues la dedicación que Antonio tuvo para con la sociedad le hace merecedor de estar en el reino de los cielos.”

Los periódicos más relevantes de la provincia, e incluso alguno de tirada nacional, recogían al día siguiente la noticia de los actos fúnebres destacando que “la pérdida de tanto talento y tanta valía no es que digamos un buen regalo para un día de Reyes”.

Antonio Blanco Feijeiro quien esto suscribe te sigue recordando. DEP

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