Opinión

Marín, la carnicería 'O Norteiro'

ESTA ES otra de esas curiosas historias que van pasando de boca en boca a través de los tiempos y que uno cuenta como se la contaron. Según mi relator el hecho ocurrió allá por finales de los años veinte del siglo pasado y lo sitúa en la carnicería Norteiro. Su titular, Francisco Rodríguez Area, que nació en 1886 y murió en 1936. Era una persona muy polivalente. Además de comerciante de ganado era músico acordeonista que animaba con sus actuaciones el salón de baile Royalty que regentaba con el señor Caeiro Lerecho.

La carnicería Norteiro era un local situado en la calle Real, con sus paredes interiores azulejadas en blanco, como exigían lo cánones sanitarios a los establecimientos expendedores de productos cárnicos. Sobre el mostrador comparecían tapados con tela mosquitera las carnes mientras otros artículos se guardaban en vitrinas de madera protegidas y refrigeradas a través de una red metálica muy tupida. Al frente de la misma, la señora Josefa Fernández Fulladosa, esposa del titular, que era todo atención y amabilidad. Manejaba con mucho arte los utensilios tablajeros con los que dar el buen corte a las carnes.

Un buen día llega al establecimiento una clienta con un gran cestón y dentro del mismo un pote de barro solicitando dos kilos de carne, tocino y unos chorizos para el cocido. Posa la cesta sobre el mostrador e indica que le metan todos los productos dentro del pote al mismo tiempo que pide, hágame la cuenta. La señora Josefa con lápiz de carpintero y sobre papel de estraza hace números dando a conocer la susodicha el importe que debía pagarle. La respuesta de la clienta es, non me chegan os cartos, y posando el recipiente de barro en una esquina del mostrador abandona el local sujetando el cesto diciendo: agora veño, vou buscar o resto dos cartos.

Las horas pasaban y la clienta no daba regresado. Llegando el momento de cierre la señora Josefa opta por quitar los productos de donde estaban encontrándose con la sorpresa de que habían desaparecido. El pote tenía tapa pero no tenía fondo. "¡La carne voló!", exclamó. Las maldiciones contra la espabilada clienta no fueron pocas porque perder dos kilos de carne en aquellos tiempos era mucho perder. El relato sirvió durante mucho tiempo de comentario llegando a nuestros días como uno más de los que hoy nos sirven para describir el modus vivendi de las gentes del Marín aquellos años.

La carnicería Norteiro se trasladó de la calle Real al nuevo Mercado de Marín inaugurado a principios de los años treinta, pero ya en manos de Carmen Pastoría Juncal, con quién el señor Francisco se casó tras enviudar de su primera esposa. Y desde entonces hasta la actualidad formó parte del conjunto de las carnicerías más populares de la Plaza de Abastos de Marín: Agra, Rosita Murruncheira, Eudosia, Evaristo, etc.

Norteiro, un reconocido marinense más que hoy traemos al recuerdo.

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