Opinión

Marín, Mallo siempre Mallo

CUANDO SE anunció la jubilación del funcionario municipal Alberto Mallo Area a muchos de los que venimos haciendo uso y abuso de sus servicios como Responsable del Museo M. Torres nada más conocer la noticia nos entró cierta preocupación -a mí personalmente desde luego- pensando en que con su ausencia quedará un vacío difícil de cubrir pues deja un listón muy alto para quien venga a sustituirle. Por supuesto que nadie es imprescindible, pero hay personas que se hacen más necesarias que otras. Y Mallo es una de ellas. Y con esto no lo estoy sobrevalorando, pero es que él nació para ser servicial. Mallo se convirtió en el colaborador necesario para una buena parte de los usuarios del Museo. Me recuerda a una definición que encontré durante un curso de Protocolo en un Manual de la Verdadera Educación de la Condesa Araceli de la Sierra: "En el mundo hay individuos que desempeñan el papel de columnas con la sencillez del que cumple un deber. El que es servicial, lo es por naturaleza, por entender que su misión en la vida consiste en ahorrar molestias a los semejantes". Así era Mallo (siempre lo tratamos por el apellido pues raro era quien lo llamaba por su nombre) en el cometido que tenía a su cargo. No solo colaboraba sino que se implicaba a veces incluso más allá de su deber. 

De policía local llegó al Museo M. Torres en 1992 como encargado de seguridad. A criterio de la concejala de Cultura, entonces María del Carmen G. Campelo, "era la persona que reunía las mejores condiciones para el cargo". A partir de ahí su cometido se fue ampliando a otras responsabilidades. Sus funciones iban más allá de las encomendadas: conserje, custodiante de los fondos, informador, gestor, control de uso de locales públicos, etc. Fue todo un personaje polivalente con vocación de servicio a los demás. A pesar de su jubilación nos dice que "seguiré haciendo servicios a la sociedad porque yo no tiraré la toalla de seguir trabajando...". Ocupación no le faltará: es secretario de una comunidad de montes, está en la lucha contra la avispa velutina como cofundador de Depolgal, es presidente de la Asociación Cultural Evangélica Kalos, entre otras cosas. Un auténtico personaje polivalente. "Ahora al menos podrá dedicarse a los demás con mayor libertad sin estar unido a un horario estricto. Seguirá ayudando ya que es una de las cosas más bonitas que uno puede hacer", señala.

Sin exagerar -si parece que exagero disculpen- Mallo ha dedicado mucho de su tiempo y todas sus facultades y aptitudes al servicio ajeno y esto es lo que ha llevado a un grupo de asociaciones que se han visto beneficiadas con su afán de ser útil a organizar un acto de reconocimiento a su labor que se celebrará el jueves día 20 en la Biblioteca Pública a las 20.00h. Un homenaje merecido por que Mallo será siempre Mallo.

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