Opinión

El Brexit no es nada nuevo

TERMINADA LA II GM., a pesar de que W.Churchill, el político de más talla que ha tenido Inglaterra en el siglo XX, llevara a cabo un proclamo en favor de unos estados unidos para Europa, la realidad fue que los diversos intentos de formar una Unión Aduanera, tal como se había previsto en el convenio de París de 1948 de creación de la OECE, la oposición británica pendiente siempre de su Commonweath, de sus relaciones especiales con USA, y de su aversión a unirse al Continente, acabó por hacer impracticable ese propósito.

Luego, en los primeros pasos de negociaciones conducentes al Tratado de la Comunidad Europea, el Reino Unido se había interesado inicialmente, pero se retiró muy pronto de las mismas al no desear tomar parte en una Unión Aduanera y menos aún en un mercado común con políticas comunes. Su deseo era formar en el seno de la OECE una zona de libre comercio, pero los miembros de las Comunidades Europeas se opusieron a ello, especialmente Francia.

Entonces, el Reino Unido propuso al resto de miembros de la OECE crear la Asociación Europea de Libre Comercio (AELC/EFTA) y en 1960 se firmó el Convenio de Estocolmo.

En la década de los 60 comienzan los problemas para Inglaterra en las relaciones con sus antiguos dominios en África. Esta situación se produce en medio de una profunda crisis económica que origina importantes reformas financieras.

Viendo de cerca el final de su imperio colonial y que el Mercado Común funciona Gran Bretaña no quiere perder la oportunidad de participar en 1961 solicitó el ingreso en la Comunidades Europeas, pero Francia impone su veto terminante. Lo mismo ocurrió en 1963 al oponerse de nuevo De Gaulle. De nuevo, en 1967 el Reino Unido presenta su petición de adhesión y Francia seguía desconfiando, con fina intuición, del compromiso europeo de los británicos.

Sólo a partir de la dimisión del General De Gaulle en 1969 la CEE inició la política de nuevas incorporaciones y en la Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de 1969 se acordó la ampliación al Reino Unido con negociaciones que concluyeron en 1972.

La primera ampliación de la CEE no ha dejado de deparar problemas, debido, en especial, a la actitud británica. Aunque la adhesión la habían solicitado Gobiernos conservadores y laboristas (Mac Millan en 1961, Wilson en 1967) la negociación británica la condujo el Gobierno conservador de Edward Heath, por lo que los laboristas, disconformes con la misma, prometieron que, si ganaban las elecciones, celebrarían un referéndum para retirar a su país de las Comunidades Europeas. Con esa promesa electoral ganaron las elecciones a principios de 1974 y el nuevo Premier, J. Callaghan, solicitó la renegociación del Tratado de adhesión consiguiendo en 1975 ciertas mejoras a cambio de mostrarse en el referéndum a favor de la permanencia en la Unión. Y así logró un resultado positivo a favor de la permanencia.

En 1979 ganó la elecciones el partido conservador, liderado por Margaret Thatcher quien conseguiría nuevas mejoras para su país,. Si a lo anterior añadimos que en los próximos días se va celebrar un referéndum a la salida del Reino Unido de la Unión Europea junto con otros acontecimientos que por razón de brevedad no hemos expuesto aquí, parecen muy acertadas las reiteradas apreciaciones del General De Gaulle: el Reino Unido no estaba preparado para adherirse al Mercado Común.

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