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El clan de Ferrol no carbura

Rey Varela carece de datos demográficos de los que presumir; Miguel Tellado, que tuvo mala suerte, representa una incógnita al frente del PP y Diego Calvo es un barón varado en la Mesa

José Manuel Rey Varela. PEPE FERRÍN
photo_camera José Manuel Rey Varela. PEPE FERRÍN

A JOSÉ Manuel Rey Varela no se le puede culpar de los recientes catastróficos datos demográficos de Galicia, incluso pese a que si en ellos hubiese el mínimo atisbo de esperanza el aparato de propaganda de la presidencia de la Xunta y el propio del conselleiro de Política Social nos estarían bombardeando con la leyenda del gobernante que cambió la historia contemporánea gallega con su remedo de la caja finlandesa y la versión del PP galaico del cheque bebé de Zapatero. Esas medidas se cantaban como revolucionarias hace año y medio cuando el departamento que dirige el exalcalde de Ferrol era presentado como la consellería estrella de esta legislatura.

Con poco más de dos de años en el cargo a Rey Varela no se le puede achacar una responsabilidad que sí atañe en una medida relevante al PP, no sólo porque sea la fuerza política que ha dirigido la Administración autonómica en 30 de sus 36 años de existencia, sino porque lo que sucede en la actualidad en un campo como el de la demografía, en el que los efectos se perciben a largo plazo, pueda considerarse como el producto de la oportunidad desaprovechada en el fraguismo. En su condición de científico social Fraga detectó ya al inicio de su largo mandato el que probablemente sea el mayor problema estructural de Galicia. Pero pese a disponer de muy abundantes fondos europeos no los utilizó para lo que deberían haber servido, para ordenar el país y ponerlo a producir aprovechando sus potencialidades, en vez de invertirlos en una serie de múltiples montes Gaiás y sin dedicarlos tampoco a facilitar la maternidad.

El arranque de las medidas de Rey Varela, junto a la noticia de la paternidad de Feijóo, sirvió al PP para llenar de contenido su victoria de las elecciones de 2016, que ganó porque fue el único que se presentó para vencer. Desde entonces la figura de Rey Varela ha ido perdiendo fuelle. Quizá sin tener en cuenta que la misión que afrontaba era imposible con los recursos disponibles, ya se oyen voces malévolas en el PP que hablan de la "estrela estrelada". Es un eco del ascenso raudo e irresistible, envuelto en la prepotencia que suele rodear a este tipo de procesos, del clan de Ferrol del PPdeG. Rey, del que se llegó a hablar como sucesor de Feijóo, hacía de pujante punta de lanza del grupo. La otra pata de ese momento de mayor esplendor de 2016 era la del diputado ferrolano Miguel Tellado, nombrado por Feijóo en mayo del año pasado secretario general del PP, en sustitución de su número dos, Alfonso Rueda, encargado de intentar taponar la vía de agua en la línea de flotación del partido, en Pontevedra.

Si bien se encontró nada más llegar con la inesperada subida de Rajoy en las generales y pudo disfrutar de la inapelable victoria popular en las autonómicas, Tellado ha estado mermado este año por una enfermedad que lo tuvo fuera de juego varios meses. Su desaparición se notó cuando reapareció. Y es que en ese tiempo se vio que su especialidad, la de fustigar a la oposición, resulta superflua porque ésta se flagela mucho mejor ella sola. Y la actividad orgánica del partido permanece aún más hibernada de lo que ya estaba desde que Feijóo y Rueda cambiaron su despachos de la sede de San Lázaro por los del complejo de San Caetano.

El clan de Ferrol en la cúpula del PPdeG lo completa Diego Calvo, vicepresidente primero del Parlamento, una posición extraña para un barón como el presidente de los populares coruñeses. Es un cargo cómodo, muy bien remunerado, pero carente de influencia real y de fondos con los que alimentar a las redes clientelares. Ahí se quedó Calvo después de que Feijóo no lo hiciese conselleiro. Ahora parece estar a la espera de que Rey se vaya de candidato a Ferrol para sustituirlo en la Xunta.

Lidia Senra y los controvertidos fichajes de En Marea
A iniciativa de Anova, el fichaje de Lidia Senra como candidata al Parlamento europeo fue poco satisfactorio para Age desde la propia campaña, que ya mostró que esta curtida activista agraria no se adaptaba a la política institucional. El fichaje del nacionalista Villares tampoco rindió lo esperado, pero ni Esquerda Unida ni Podemos pueden presumir de su selección de personal.

Las primarias pachistas miden el fracaso de Caballero II (r)
Si hasta hace dos días erais todos pachistas, vino a decir a sus contrincantes con su desvergonzado y a la vez simpático desparpajo Pachi Vázquez en el debate del pasado miércoles en Telemiño entre los tres candidatos a la secretaría provincial del PSdeG, él mismo, la diputada autonómica Noela Blanco y el alcalde de Amoeiro, Rafael Rodríguez Villarino. Los tres proceden del mismo tronco, el del sector liderado por el exconselleiro de Medio Ambiente, también conocido en los ambientes socialistas como "o xabarín do Carballiño". Noela Blanco se descolgó ya hace tiempo, pues fue una de las pocas parlamentarias que apoyó a Leiceaga en sus primarias contra Romeu, quien contaba con el aval de Pachi. La ruptura de éste con Rodríguez Villarino resulta mucho más reciente, pues, por ejemplo, ambos estuvieron juntos en el bando de Susana Díaz en el proceso interno que supuso en mayo la resurrección de Pedro Sánchez.

Así, en el debate, como las primarias de Ourense, todo quedaba en casa. Fue mucho más animado e interesante que el soporífero y lamentable espectáculo televisivo que perpetraron hace unos meses los entonces tres aspirantes a la secretaría general del PSdeG, Leiceaga, Díaz Villoslada y el finalmente ganador Gonzalo Caballero, Caballero II (el rebelde). Las heridas de un socialismo ourensano reducido a cenizas, con poco más de 1.500 militantes, salieron a relucir en una discusión en la que Blanco denunció que no le dejaron dar mítines en las autonómicas ni en Amoeiro ni en O Carballiño, además de criticar la marginación de la capital, que se quedó sin diputados provinciales. Hiciste una muy buena campaña Noela, pero los resultados son los que son, contestó Pachi, quien superó por elevación a Villarino cuando éste abogó por "devolver ao pobo a Deputación de Ourense". Pachi defendió su supresión, lo que tiene mucha gracia, pues su presidencia sería el cargo perfecto para él, el más socialbaltarista de todos los socialbaltaristas.

En el debate no aparecieron los problemas judiciales de Pachi que, pese al extraño silencio previo de la mayoría de los medios de comunicación gallegos, han reaparecido en campaña, pues el de O Carballiño está pendiente de juicio, motivo por el que tuvo que dimitir hace más de dos años como diputado autonómico. Este hecho debería inhabilitarlo para la carrera interna, pero está por ver que tenga un peso negativo para los militantes, ya que se le acusa de enchufes masivos, algo que no está mal visto dentro de los partidos, y menos en Ourense.

La votación de hoy del socialismo ourensano resulta decisiva para medir el alcance de la catástrofe provincial de Caballero II (r). Ya derrotado en su provincia, Pontevedra, tercero en Lugo y abocado a un nuevo fracaso también hoy en A Coruña, en Ourense necesita por lo menos que su candidato, Villarino, miembro de la ejecutiva gallega, pase a la segunda vuelta del 30.

Si la ronda final la disputan Noela y Pachi, el desastre de Caballero II (r) será colosal y quedará como un zombi al frente del PSdeG. Si Villarino aguanta, por lo menos se alargará la agonía y, pese al temor de un pacto entre los otros dos, Caballero II (r) tendrá alguna opción de maquillar su debacle en unas provincias que debió haber suprimido en el congreso gallego.

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