Opinión

La magia del Camino

LA REVISTA XLSemanal está publicando una página bajo el título ‘El Camino en primera persona’ en la que recoge las impresiones de distintos peregrinos después de que hayan recorrido toda o parte de la ruta jacobea.

Unos emprendieron el Camino movidos por la fe, como experiencia espiritual, para cumplir una promesa o una penitencia. La doctrina cristiana, dice Ana Rodríguez Fischer, catedrática de Literatura Española en la Universidad de Barcelona, distingue entre dos categorías de peregrinaje: el ambulare pro Deo, peregrinar por Dios, y la peregrinación para redimir peccata enormia, los crímenes enormes de los que hay que arrepentirse. Otros lo hicieron como aventura y por curiosidad después de escuchar la experiencia de la ruta de caminantes anteriores.

Como es natural, las impresiones de los entrevistados son distintas, como distintas somos las personas. Pero hay una conclusión común a todos ellos: el Camino cautiva, ejerce una atracción singular, casi mágica, sobre todos, sean creyentes o agnósticos.

Primero porque posibilita un auténtico baño de cultura y naturaleza que a lo largo del trayecto adornan una vegetación exuberante y viejos árboles autóctonos. El Camino propicia, además, el encuentro con uno mismo e invita a pensar y reflexionar sosegadamente sobre la propia vida sin las ataduras del pragmatismo diario que solo valora lo útil. En tercer lugar, en el Camino se producen grandes encuentros y diálogos francos compartidos durante horas que fraguan una relación de solidaridad y amistad entre las personas.

Cuando el periodista pregunta "Qué trajo del Camino" las respuestas de los romeros son similares: muchos amigos, diálogo interior conmigo mismo y mucha paz; la riqueza cultural de Galicia, una perla dentro de España, que hace más llevadera la dureza de la ruta; el Camino, apuntan otros, tiene una magia especial, te ayuda a reciclarte, a dimensionar los problemas, a racionalizar los deseos, a sobreponerte a los fracasos y las malas experiencias y a recobrar fuerzas y energías para seguir en la lucha diaria.

Es una gran terapia y muy recomendable, lo que explica la creciente atracción que ejerce sobre miles de personas que siguen la flecha amarilla hasta llegar a Compostela.

En el Obradoiro todos olvidan el cansancio de la caminata y quedan deslumbrados por la belleza de la fachada de la catedral y a los creyentes les embarga la emoción al encontrarse con el catrón Santiago.

De alguna forma, Compostela transmite la sensación de lo eterno y allí son los romeros quienes nos recuerdan que vivir es caminar hacia una meta.

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