Opinión

Podemos ser auténticos

EL SER 'arrojado al Mundo' (Heidegger) que llamamos Hombre tiene la característica de que puede ser de muchas maneras. Las cosas y los animales no tienen esa posibilidad y solo son lo que pueden ser: el depredador, depredador; el herbívoro, herbívoro. ¿Qué implica que seamos dueños de esa posibilidad de decidir? Nuestra libertad, en ese sentido, es la responsabilidad de tener que elegir.

¿Qué es ser auténtico? Todos tenemos una noción, más o menos clara, de lo que es ser auténtico, que no es ni más ni menos, que ser fiel a uno mismo, tener un alto concepto de la libertad y vivir de acuerdo a nuestros principios y valores adquiridos por formación, familia, educación, cultura, religión, etc... Todos poseemos cualidades y habilidades únicas e irrepetibles, "hay en cada uno algo único y hay que dejar que esa llama de la diferencia se manifieste", decía Paulo Coelho.

La sociedad actual tiende a uniformarnos y nos está acostumbrando al postureo, a la apariencia y al tener, cuando lo verdaderamente interesante es ser honesto con uno mismo y mostrar el verdadero yo sin filtros, sin condicionantes, sin adulterar. Son muchos los obstáculos que encontramos y es la propia inercia la que, si no somos un poco cautelosos, nos conduce a formar parte de esa masa social uniforme. La preocupación por el qué dirán nos lleva a manipular y ocultar características de nuestra personalidad para pertenecer al grupo y sentirnos aceptados.

Normalmente mostramos el perfil más políticamente correcto, el que mejor acepta el público al que nos dirigimos. Así, la imagen que damos en una red social es distinta de la que transmitimos en otra. Para un observador de nuestro perfil en las diferentes redes, ¿cuál pensará que es la auténtica? ¿La seria y profesional de Linkedin? ¿la divertida de Facebook? ¿O la más artística de Tic Toc?

También en el mundo político se habla de autenticidad. En un artículo en el The Times, la periodista Martha Gill sostiene que la autenticidad es una de las cualidades que más demandamos de los políticos, a pesar de que es un rasgo poco común de la política contemporánea, donde todo gira en torno a la disciplina de partido. Por eso, los líderes populistas se reivindican como auténticos y su postura rupturista pretende ser una enmienda a la totalidad de la política del establishment, que consideran insincera.

A menudo los que se presentan como auténticos suele ser simplemente bocazas o showmans, que para evitar ser tachados de insinceros, intentan redimirse buscando ser artificialmente más cercanos, pero suelen fracasar: si no te gustan los niños, no vayas cogiéndolos en brazos durante la campaña, se pondrán a llorar y quedarás fatal. Otra paradoja es que demasiadas veces los líderes más auténticos son los menos competentes y viceversa.

A su vez, los que, para evitar ser tachados de insinceros, intentan redimirse buscando ser artificialmente más cercanos suelen fracasar: si no te gustan los niños, no vayas cogiéndolos en brazos durante la campaña, se pondrán a llorar y quedarás fatal. Otra paradoja es que demasiadas veces los líderes más auténticos son los menos competentes y viceversa.

Todos tenemos la posibilidad de ser auténticos o inauténticos. Poder elegir supone optar entre hacer bien las cosas o no. Un ser auténtico, en resumen, es el que trabaja por encontrar la mejor versión de sí mismo y ser original

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