HACE AÑOS que intento no dar ni un céntimo a la empresa más odiada por los gallegos. Un día decidí que no merecía la pena pasarme horas cabreado tras dejarme sablear seis euros —¡mil pelas!— por ir de Santiago hasta Pontevedra o A Coruña. Y la decisión tiene premio, porque descubrí las joyas que…
calendar_today 11/jul./20