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Te quiero, Luzdivina

Pedro convoca y echa el cierre a una legislatura que fue, de breve, como el polvo del conejo. El último que apague

Oriol Junqueras, durante su declaración ante el Tribunal, esta misma semana. EFE
photo_camera Oriol Junqueras, durante su declaración ante el Tribunal, esta misma semana. EFE

EL ULULAR de las sirenas y luego la furgalla, bus benemérito con pasajeros. Los procesuados, que son los procesados del procés. Como quinquis de moqueta. Decía una amante de Luis XIV que en la corte solo se podía ser cazador o cazada. Terrible sentencia que acota el trial. Porque en la Plaza de la Villa de París, Supremo o lo que sea, solo puedes ser juzgador o juzgado. Doña Fachi les dio la bienvenida: Trullo, gritaba; ¡Viva España! volvía a gritar. Los nacionales-armario, de un convincente azul policial, impidieron el turroneo de Tardá, el tremendismo azul eléctrico de Rufián y el Alzheimer prematuro de un chaval de la CUP que reputaba farsa el juicio mientras olvidaba en Olot la explicación de un Mosso, la república no existe, imbécil.

Y entonces los letrados, el de apellido de los Países Bajos, oratoria alta y alegación anémica, y el de la extravagancia jurídica, que declare el Rey. Van den Eyde, que como augurio del futuro bien podría ser Van de Carallo –sus clientes– y que alegó la nada, perito de agujero negro. Pero no anticiparemos las más expresivas gracias por favores no cumplimentados. Eso, en las esquelas.

A Pina (que declare el Rey) se le empina la estrategia. Que declare el Rey. Claro. Y Pajares y Esteso, no te jode. A lo mejor se lo concedía Marchena, ese juez honesto y avisado que tiene nombre de central marcador y demostró cintura, tal vez demasiada. El Marchena del Depor provocó la expulsión de Aspas, pero el Marchena de las puñetas consintió la exageración de las defensas, que viajaron de la férula alegatoria a la soflama política, lo que no consentirían juzgados de provincias.

El Colegio debería retirar el carnet a alguno: Hechos, compis, hechos, no circunloquios políticos. Para eso el Congreso, ese planeta donde se busca vida inteligente. Marchena no se entrampó en el agitprop. Ni Oriol saludó a Torra. Torra, orfebre aplicado de la tontería, foi facer o parvo ó Supremo, su ocupación favorita cuando no anda fedellando con las bestias de forma humana que –dice– somos los españoles.

Junqueras circunvala la infelicidad de la trena con el consuelo del iluminado. Es el mesías del independentismo que porta la corona de espinas con que el Estado represor orló su testa. Su paz es una paz mística de abdomen dotado y, su perspectiva, una mirada a lo Taracido, el forzudo chosco de Mareas Vivas. Junqueras sueña su venganza pacífica, la relajante absolución en Estrasburgo. Pero el tocino de hoy es esa hostia revirada en la jeta del cagón de Waterloo, al que le devuelven premios cinematográficos porque mancha la honra del galardón entregado por el prófugo del papel higiénico. Junqueras. Recluso digno; viajero forzoso de furgalla picoleta pero catalán erre ache.

En el fondo –también en la forma– que españolazos son. Nada más nuestro que empeñarse en el vacío, obturarse en el dislate, morir por lo imposible. El arrebato, la obcecación y el estado pasional del Código de Franco. Y luego el nudo corredizo. Forcadell. La palidez cerúlea y enfermiza de la trena, el demacre gestual de la reclusa inadaptada. Y una lección aprendida por la fuerza, la de la inconveniencia de dejarse llevar por la pasión, porque Els Segadors, querida Carmen, es un precioso himno, pero un himno que también es del albañil charnego que procreó en Tarrasa y vota PP.

Cuánto tiene que agradecer Vox al erecto independentismo catalán. Ese espermatozoide danzante de sardana que huyó del torrente y germinó, semilla ventureira, en el útero de la derecha extrema. Y claro, Javier Ortega salseando estrados como Naomi Campbell la pasarela. Momentos de gloria, sí. El año que vivimos peligrosamente los analistas pontevedreses, porque el mejor análisis político de España se hace el domingo en el Diario, que manda carallo. El procés –qué gosadera, papito– fue como una serie de Netflix trufada de rebeliones, traiciones e hipérboles verbales que no eran el cartón piedra de la tele.

Hasta el arrepentimiento mal disimulado de Form resulta creíble ¿Y la sorpresa? En la caja regalo, que abre la novia y ¡ale hop! Oms vestido de toga, que es como verme a mí con el mono de mecánico-tornero de la Nissan. A mi Oms siempre me ha sonado a inhalador bronquial, Vicks vaporoms. No sé si Oms va de pasante, de oidor o de decorado, en realidad da igual en una merienda de negros que confundieron tocino con velocidad y derecho a modificar la Constitución con penetrarla sin consentimiento, metáfora luminosa de la hacedora de resistencias, Irene Lozano.

Y entonces Junqueras. Que en San Valentín va y le dice a España que la ama. Como ese marido promiscuo que con lágrimas en los ojos le dice a su señora te quiero, Luzdivina; más que a nadie, pero me voy. Pues así Junqueras. El amor a España del sueco que flipa tapas y sol, pero que vuelve a Estocolmo y se mofa de nosotros.

La pregunta es si Junqueras amaba a España cuando, eurodiputado en 2008, escribía sobre el diferente RH de catalán y charnego. Nada de racismo, claro. Pero Godó Muntañola es el conde y Peret el gitano rumbero y arqueado. Junqueras no testificó. Junqueras fue a pedirle el voto a Marchena porque confundió la sesión del juicio con la pegada de carteles. Pensó que el Supremo era la formica que untas de pegamento para adherir el cartel al inicio de campaña.

Votar no es delito, dijo; delito es utilizar la fuerza contra quién vota. Bien. Me voy al furancho de Tomeza y me mamo como una burra con tres tazas grandes de tinto; al volver me para la Guardia Civil y resulta que le doy la vuelta al marcador del alcoholímetro; me inmovilizan el coche y me llevan a dormir la mona al cuartel; al día siguiente les digo a los civiles mamarme no es ninguna infracción, infracción es inmovilizarme el coche ¿Entienden, lectores? Esa es la lógica de Junqueras, no sé si infantil, cínica o estúpida, o todo a la vez.

Quizá la explicación es más simple. Junqueras no es bobo pero en su levitación de mártir patriótico nos toma –o lo intenta– a todos por imbéciles.

Y para rematar, la gloria de la altisonancia. Esa pedazo de ministra de justicia que recuerda el arranque de un chiste de Chiquito hablando de la derecha trifálica. Señora. Vuélvase a la Fiscalía. Seguro que le encuentran ocupación de nuevo. Cualquier cosa mejor que usted en antena segregando ocurrencias que hasta a la Bueno, Pepa, se le atragantaron: Explíquese. Y entonces la aclaración. Exceso de testosterona en la mani de Colón. Y tan pancha. Pero vamos a ver ¿Solo había rabos en Colón? Y eso de la trifalia lo dice quien refirió al diferente como maricón, al Marlaska luego compi de gobierno.

Se acabó. Pedro convoca y echa el candado a una legislatura que fue, de breve, como el polvo del conejo. El último que apague la luz. Por cierto. En vez de mis atribuciones podía haber dicho las atribuciones que me confiere la Constitución. Saben aquel que diu que se ve a Sánchez con Rayban, Kennedy si no fuese Castejón y que dice se me ha pasado la legislatura volando. En el Falcón, claro.

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