Opinión

Las reformas que no llegan

El Constitucional alemán, después de varios días de incertidumbre, ha dado finalmente luz verde al fondo europeo. España, como todos, tiene que presentar sus planes y reformas para acceder a los miles de millones que nos ha tocado en el reparto. Tras nueve presentaciones públicas por parte del presidente del Gobierno, seguimos sin conocer detalles de los planes y las reformas. Sabemos que se dedicará tres veces menos dinero al turismo que a la movilidad sostenible o el triple a energías renovables que a vivienda social. Pero, fuera de las grandes partidas y la rimbombante nomenclatura, poco más.

Distintos ministros del Gobierno han tenido en conjunto más de 100 entrevistas con miembros de la Comisión Europea y parece que aún no se ve la salida del túnel. La reforma laboral y la del sistema de pensiones no acaban de ver la luz. Las discrepancias con los agentes sociales y entre ellos mismos son muchas y de las distintas reuniones se deduce que el Gobierno se va a plegar más a las exigencias de los sindicatos y mucho menos a las de los empresarios. De hecho, Escrivá ha cambiado de criterio innumerables veces y ya se puede dar por hecho que el grueso de la reforma se deja para más adelante, 2027, cuando vaya a usted a saber quién gobierna España. Hay que tener claro que solo una reforma profunda puede hacer sostenible el sistema y está claro que Sánchez no quiere pasar a a la historia como el que recortó las pensiones del futuro, el que le dio al sistema una vuelta de calcetín.

A la reforma laboral le pasa otro tanto. Bruselas ha dejado claro que quiere una reforma en 2021 y Díaz parece más interesada en volver a lo que había antes de 2013. Es decir, darle más poder a los sindicatos, volviendo a la prevalencia del convenio sectorial que al de empresa, y cerrar un número máximo de tipos de contrato como la panacea para que este país deje de ser el farolillo rojo de las estadísticas europeas de paro general y juvenil. Es decir, como en el caso de las pensiones, poner parches.

Vamos a ver hasta qué punto Bruselas y el resto de socios traga con estas modificaciones o como a Zapatero en 2010 pone al Gobierno en su sitio y reclama reformas profundas que acaben con el tremendo agujero presente y futuro de las pensiones y exige un marco laboral moderno y adecuado que saque a España de la pesadilla de doblar o triplicar la tasa de paro de Francia, Alemania o Italia. La economía española necesita el dinero europeo, pero no nos lo van a dar a cualquier precio y sería bueno que así fuera no solo para superar la crisis actual sino para encarar el futuro con empresas saneadas y preparadas para un mundo distinto.

Comentarios