El que no ha aprendido a moverse con algo de gracia es porque no ha querido. Porque Adrián Esperón, este chico maravilloso, que además es un portento en el baile (14 veces campeón de España), lo ha dado todo para que los pontevedreses aprendiesen pasos básicos del merengue, la bachata y la salsa. Si alguien ha asistido a las cuatro clases abiertas al público y gratuitas, que se organizan bajo el lema Baila na Zona Monumental, tengan por seguro que se convertirá en el rey de la pista allí donde vaya. Yo, que solo pude estar en una de las sesiones, me volví para casa sintiéndome Jennifer Lopez en la película Bailamos; sintiéndome Baby en Dirty Dancing; sintiéndome Vanessa Williams en Baila conmigo... No digo más. ¡Qué bonito es bailar, amigas y amigos!
El caso es que Adrián clausuró ayer este ciclo de clases de baile abiertas a todo el mundo, que organiza el Centro Comercial Urbano Zona Monumental, con una sesión llena de sorpresas. Fue en la Praza de Santa María. La actividad dio comienzo el 20 de agosto en Curros Enríquez y también pasó por la Praza de Méndez Núñez y la de A Verdura. ¿El secreto del éxito de esta propuesta? La contaba el propio profesor la primera jornada: «Esta actividad está especialmente pensada para la gente que no va a clases de baile. Hacemos cosas muy sencillas, divertidas, para todo el mundo. Y no hay límite de edad. Eso es quizás es lo más llamativo: se pueden sumar desde niños pequeños hasta abuelos». El año que viene más.
Porque ahora toca empezar a ponerse serios, recoger los bártulos veraniegos y empezar a sacar los libros de texto. O lo que sea que toque sacar a la hora de volver a la rutina. En verano, ya se sabe, uno se relaja. Si no es de una manera, es de otra. Lo hemos visto en el vicepresidente de la Xunta, Alfonso Rueda, tipo serio donde los haya, que ha sorprendido a más de uno dejándose barba. Es una curiosa coincidencia con el líder del Partido Popular, Pablo Casado, que también ha optado por dejar de afeitarse este verano. Desde aquí reto a nuestro Rafa Domínguez a que también se anime a olvidarse de la maquinilla. ¡Vamos, Rafa!
