Opinión

Adiós a un poeta y ferroviario

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photo_camera Cubela con niños de Cerdedo-Cotobade en la celebración de Santa Icía. DP

A penas debían de faltarle unos días para soplar las 99 velas y el pasado domingo nos dejó Eugenio Álvaro Cabrero, pontevedrés, ferroviario y poeta. Me llamó la atención su esquela, este lunes en el Diario. Y recordé que había leído sobre él, así que tiré de hemeroteca como un pequeño homenaje a este hombre que pasó sus últimos años, como un rey, en la residencia Saraiva. A Eugenio lo recordaba porque siempre se prestaba, solícito, a participar en las noticias y reportajes que preparaban mis compañeras, ya fuera la vacunación contra la covid o un recuerdo de su adolescencia en plena Guerra Civil.

Pero si un reportaje me llamó la atención fue el protagonizó junto a otros compañeros cuando en Saraiva le entregaron su libro de vida, un homenaje que recopilaba su historia y sus sueños de futuro, titulado De profesión ferroviario, a finales de octubre del año pasado. Con una foto suya de joven, como un auténtico galán de cine, en la portada, Eugenio contaba que "tuve mi primer amor a los seis años", una niña con la que compartía "besos y chocolate" y con la que se encontró medio siglo después, siendo ambos abuelos.

Aunque su gran amor, que nunca pudo olvidar aun viudo, fue Carmen López Carmiña, una "caldense guapísima" con la que tuvo dos hijas. A ella, ese día, le dedicó una apasionada poesía que recitó en extremeño castúo, en honor a su infancia en Navalmoral de la Mata (Cáceres), a donde fue trasladado su padre, también ferroviario, en los años treinta.

Eugenio, que tenía tres nietos y dos bisnietos, recibió sepultura este lunes en el cementerio de Santa María de Caldas, localidad en la que también se ofició el funeral. Descanse en paz.

Y fíjense con quien se encontró Pepe Viyuela por las calles de Pontevedra. Porque claro, es ver esta foto y dudar de quien es aquí el famoso. Pepe Viyuela, ya saben uno de los cómicos más queridos de España que, además, visitó la Boa Vila el sábado pasado. Lo hizo para representar la obra ‘Encerrona’, dentro de la programación Guerrilla, y paseando por la ciudad se encontró con Ramón Pedras Petete, uno de los hosteleros más queridos de Pontevedra.

Y termino con Jorge Cubela. No con el, sino con una historia que nos cuenta en su Facebook. Porque el acalde de Cerdedo-Cotobade cumplió con una de sus costumbres más arraigadas desde que llegó al cargo, participar en la cena de celebración de Santa Icía, patrona de los músicos, con la Banda de Música Unión Musical de Tenorio. El evento tuvo lugar el pasado fin de semana e incluyó la entrega de diplomas a la rapazada.

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