Opinión

Tres cosas que hacer en la vida

Lores, en un acto de la Diputación o en un western de Hollywood. JOSÉ LUIZ OUBIÑA
photo_camera Lores, en un acto de la Diputación o en un western de Hollywood. JOSÉ LUIZ OUBIÑA

Dijo el poeta cubano José Martí que hay al menos tres cosas que toda persona debería hacer a lo largo de su vida: plantar un árbol, tener un hijo y escribir un libro.

No sé si nuestra compañera fotógrafa Bea Císcar tendrá un carballo plantado en su jardín, pero hay una cosa que sí puedo confirmar que ya ha tachado de la lista: con una tarta dedicada a los futuros abuelos, que no sé si me llena más el estómago por su forma o el corazón por su fondo, su pareja y ella anunciaron que serían padres en los próximos meses. Tampoco sé si Bea tiene un libro, pero podríamos decir que el arte convalida: y los álbumes de fotos que ha sacado a lo largo de su carrera seguro que pueden canjearse por las -más de- mil palabras que componen las historias y que valen sus imágenes.

Quien no será padre en lo que resta de año, o eso creemos, será Miguel Anxo Fernández Lores. Lo que sí podemos decir es que, a tenor de sus mil y un últimos disfraces, tiene pinta de ser un abuelo que también se merece una tarta: si hace poco lo veíamos con el casco en la obra, ayer le tocó lucir sombrero en la celebración de los siete años de PSOE y BNG al frente de la Diputación. Mi Lores, mi querido Lores, que este pasado viernes consiguió un hito a la altura de muy pocos regidores gallegos: hacer suyos los flashes en un evento en el que coincidió con Abel Caballero.

Y de un abuelo de DNI pasamos a otro, solo que futbolístico. Charles Dias, que seguro que leyó a José Martí, decidió que el camino más corto para completar la lista del cubano sería el de hacerlo como mejor se le da: por eso terminó por convertir en hijos a los defensas que lo marcaban, escribió -y sigue escribiendo- nuevas historias de una saga granate que había comenzado en 2004 y acabó por transformar las raíces que había echado en Pontevedra en un árbol que hoy, con 38 primaveras, sigue dando sus frutos. Por si fuera poco, el brasileño presentó la nueva temporada ahondando aún más en las raíces: las de su pelo, ahora teñido de un rubio que recuerda a los peinados que el Kun Agüero o Leo Messi cuando comenzaron a maniobra por la carretera de los 30. Si Charles lo hizo con casi 40, claro, es por un motivo muy simple: sus 38 son los 30 de otros.

Para terminar, no puedo asegurar que los becarios del Diario de Pontevedra que ayer se reunieron a cenar tengan descendencia física o literaria. Eso sí, a tener de lo visto, un árbol creo que sí llegaron a plantar, porque más de uno parecía llevar encima una buena castaña.

Comentarios