Opinión

La cosa va de premios

Concierto 'Fin de vida' de Carlos Barruso.DP
photo_camera Concierto 'Fin de vida' de Carlos Barruso.DP

AL HILO de lo que les conté este jueves sobre lo que los gallegos presumimos, con razón, de nuestra tierra, de nuestra gastronomía, de nuestro paisaje,  hoy lo que me toca elogiar son las personas, los talentos que están detrás de las cosas que hacen entrañable un lugar, un proyecto, un momento. Y fíjense que del primero que les voy a hablar no es gallego de nacimiento, pero sí de adopción. Para más señas, de A Estrada, la que ha hecho su patria. Me refiero al músico Carlos Barruso, Premio Honorífico Músicas ao Vivo 2019. Podrán obtener más detalles sobre este merecidísimo reconocimiento en la información que mi compañera Belén López firma en la página 57 de esta edición, pero yo ya adelanto por aquí mis parabienes.

Barruso es todo un ejemplo de profesionalidad y de pasión, por la música, y por la vida, a pesar de que esta última le está jugando una mala pasada. No lo ve así él, que se enfrenta a un cáncer de páncreas terminal con un positivismo digno de admirar. Lo demostró en su concierto ‘Fin de Vida’, que ofreció hace unas semanas en el Teatro Principal estradense, una emotiva actuación que hubiera llenado tres patios de butacas y por la que ha recibido cientos de felicitaciones. No es de extrañar que la concesión del galardón esté siendo también muy aplaudida. Prueba, como les decía, de que los gallegos sabemos apreciar lo bueno, y lo hacemos nuestro.

Sin salir de A Estrada, y siguiendo con reconocimientos, también ayer el Centro de Saúde de esta localidad recogía su galardón como finalista de los prestigiosos premios Best in Class. Este año no pudo revalidar el título de mejor centro de salud de España, que ha logrado en otras ocasiones, pero situarse entre los mejores a nivel estatal ya es un premio en sí. Y en esto tiene mucho que ver su jefe de servicio, Juan Sánchez Castro, un profesional que lleva años trabajando por mejorar la atención y las prestaciones del ambulatorio estradense. Un esfuerzo que, como ven, no está siendo en vano. Así que, también ¡mis parabienes para el doctor y todo el personal del centro desde aquí!

Por cierto, no me voy lejos porque quiero saludar a mi querido cerdedense José Balseiros, director xeral de Gandaría, que ayer estuvo en Silleda en unas jornadas sobre el porcino. Acudió a la clausura y, como los medios gráficos que acudieron a cubrir el acto, esperó pacientemente a que el relator que estaba interviniendo terminase su ponencia para subir a la mesa presidencial y poder cerrar oficialmente el simposio. Inicialmente, aguardó de pie,  pero en vista de que iba para largo, optó por tomar asiento. La paciencia también es mucho de los gallegos. 

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