Opinión

El Mercado y las palomas

SABEN USTEDES que una de mis principales fuentes de información para proporcionarles cada día ‘el solomillo de la actualidad’ (parafraseando a mi querido Eugenio Giráldez) es una extensa red de palomas mensajeras, personas de todo tipo de edad y condición que muy amablemente me filtran y cuentan jugosos ‘chascarrillos’ a los que les doy mi toque personal para volcarlos después en esta humilde sección.

Una de ellas me apunta que hace ya unos días se pasó por el ‘gastroespazo’ del Mercado de Abastos un grupo de lo más selecto, entre los que se encontraban mi apreciada Ana Pastor, diputada en el Congreso; su marido, José Benito Suárez Costa, presidente de la Autoridade Portuaria; el marinense Manuel Villanueva, director de contenidos de Mediaset, y un conocido empresario del mundo textil de Pontevedra.

No sé si se animaron a subir a la primera planta de la Plaza con motivo del primer aniversario de su inauguración o fue pura casualidad. El caso es que mi paloma me asegura que Ana desconocía el recinto y que quedó, literalmente, fascinada con su amplitud, con metros y metros de distancia entre mesas por culpa del coronavirus.

Tanto ella como el resto de comensales también quedaron maravillados con el menú que les sirvió la Merluzoteca y los postres del Fervella, junto a los vinos y la cerveza artesana de Nasa. Vamos, que se echaron allí unas horas de animada tertulia en un ambiente de lo más relajado.

Seguro que todos ellos harán de grandes embajadores de las exquisiteces del ‘gastroespazo’, sobre todo los que residen por trabajo en tierras madrileñas. No hay mejor publicidad que la ‘morriña’, tanto física como culinaria.

Aunque, la verdad, esperemos que no sean demasiado explícitos con todo lo que tiene el Mercado por dentro. Y me estoy refiriendo ahora a otras palomas, las reales las de pluma y hueso.

Ya me habían comentado que la habitual presencia de estas aves revoloteando por encima de las mesas es bastante incómodo, además de antihigiénico. Pero el pasado fin de semana fui testigo de una escena muy asquerosa que no se debería repetir. Una de estas palomas decidió entrar y posarse encima de una traviesa metálica. Y claro, le entró un apretón, con tanta puntería que le acertó de lleno en la bandeja que estaba degustando una familia. Menos mal que la madre estaba alerta del percal y rapidamente la retiró.

Pero no pude evitar pensar qué pasaría si no se llega a dar cuenta la buena señora del ‘añadido’. O si le cae en la cabeza a algún niño. Un empresario de la Plaza comentó, mientras les cambiaba el plato, que estas situaciones eran, por desgracia, bastante frecuentes.

Y ya que estamos con los lunares, no sé cómo estarán los baños de los caballeros, pero desde luego los de señoras pedían a gritos un buen aseo y una mejor higiene.

Sé que la concelleira Yoya Blanco -responsable del Mercado- es fiel lectora mía y habrá tomado buena nota para corregir estas ‘cosillas’ que afean un proyecto tan brillante y acertado. Clara Aldán, y el resto de clientes, se lo agradeceremos eternamente.

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