Opinión

Del pijama al chándal y del chándal, ¿a qué?

Anda que no empiezo a odiar las ruedas de prensa telemáticas ni nada! Ya lo dijo el otro día Nito Sobral, el alcalde de Poio, en la conferencia de prensa que dio por Skype a los medios allí no presentes. "Ogallá todo acabe pronto e poidamos volver a ver aos nosos veciños e abrazalos. Bueno, abrazar, non sei se se poderá moito despois disto...". 

Yo comparto absolutamente lo que dice el alcalde de Poio, que viene siendo lo mismo que lo que nos manifestó esa misma semana Anabel Gulías al cierre de su Skype-comparecencia que realizó desde casa: que está deseando volver a vernos y, si eso, tomarse un café, que echaba de menos las conferencias presenciales. Y Eva Vilaverde, que compareció ayer por la misma vía telemática, lo mismo. Nos mandó mil amores. Eva, con guantes negros de látex, que me gustan por eso de la mano negra y también porque son la prueba de que todos nos estamos esforzando de lo lindo por tener al virus a raya. 

Yo les confieso que me visto de pies a cabeza para las Skypeconvocatorias y, a veces, hasta me pinto la raya del ojo. Es que estoy hasta el moño, no tanto de mi casa, (que tampoco es el peor lugar del mundo para estar confinada, lo reconozco) como de la monotonía de vestuario que impone eso de estar siempre del pijama al chándal, del chándal, a lo cómodo y de lo cómodo al pijama. Algún día habrá que ponerse de gala, y no solo de cintura para arriba, digo yo. En fin. Que sepan que yo estoy deseando volver a los cafés, a los corrillos (aunque los del futuro sean más bien como el corro de la patata, por aquello de las distancias de seguridad) y a la vieja vida que antes nos parecía vulgar, repetida, trabajosa, cansina, gris y que resulta que no, que era la caña, la vida padre, el Nirvana en la tierra y no lo sabíamos. ¡Besos de papel a todos!

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