Son días de magia. A pesar de que la semana se nos presente con nubes e incluso lluvia, el hecho de que hayan empezado las fiestas y los conciertos permite ver la vida de otra manera.
Pontevedra nos deja en estas fechas las agendas a tope. Creo que lo están notando estos días, en los que les cuento más cosas que nunca. A lo mejor es que llevábamos guardado en la recámara un montón de historias no contadas por esto de la pandemia. Sea lo que sea, el caso es que me encanta esta sensación.
Y para sensación chula la que va a vivir nuestro compañero de profesión Guillermo Alonso. Este pontevedrés, que completa sus días trabajando en El País, tendrá mañana un evento más en su apretada agenda, porque estará firmando ejemplares de su segunda novela, Muestras privadas de afecto, en la Boa Vila. Profesional completo donde los haya, Alonso no ha querido dejar pasar la oportunidad de estar frente a sus lectores en la Librería Paz para presentar de primera mano esta obra, que tiene su punto de partida en una historia real: la de la pareja que hace dos veranos se quedó dormida en un patito hinchable en Lourido y fue a la deriva por la ría.
Y de un comienzo a un final, porque eso también forma parte del trabajo. Ayer, la alcaldesa de Marín, María Ramallo, quiso despedir cariñosamente a Leonardo Rouco Araujo, trabajador del Concello, en la Brigada de Electricidad, donde ha ofrecido sus servicios y su mejor cara durante 37 años. Rouco tuvo ayer el reconocimiento merecido a una larga trayectoria y desde aquí le deseamos una feliz jubilación. Ahora sí, ¡toca disfrutar!
Les cuento por último que Galicia, además de recibir a numerosos turistas y peregrinos, acoge estos días el rodaje de Operación Marea Negra. El equipo de la serie ya ha hecho parada en el club de boxeo Saudade de Vigo. Del grupo forma parte el actor Álex González, reencarnado ahora en Agustín Álvarez, que se forjó en ese gimnasio y fue la cabeza pensante del primer buque narcosumarino atrapado en Europa.
