Opinión

Sorry about the empanadilla

NO VOY a tener el mal gusto de afearle a los munícipes de Pontevedra lo que cobran, que eso es un cliché más viejo que los pijamas de franela, pero ya saben que este viernes se dio una conjunción astral de esas que le dejan la sonrisa en la boca a más de un edil, pues la convocatoria de un pleno y un pleno extraordinario hora y media después, hizo que cobrasen dos sesiones en un día.

Esto es un clásico que ya hemos descrito aquí mil veces, —y que no afecta, por cierto, al alcalde, ‘mi Lores’, y a los ediles con dedicación—, pero resulta un agravio, a mi parecer, pues, entre otras cosas, los periodistas cubren dos plenos por el precio de uno, ya que a ellos nadie les duplica el sueldo por ‘tragarse’ dos sesiones. Y digo lo de ‘tragarse’ en modo irónico, porque, en realidad, los temas de los plenos son apasionantes y nos encanta oír a los políticos en la exposición de sus argumentos. Si es durante horas, mejor que minutos.

Hablando de lo que nos encanta, también nos gustan las empanadillas de bacalao —aunque, desde este viernes, ya sabemos que no se puede comer en el patio de butacas del Principal—. La norma tiene lógica, pero el segundo pleno fue a una horas en la que se nublaba la vista por el hambre, así que un simple "lo siento mucho, no volverá a ocurrir" es la única respuesta que podemos dar al funcionario que se encargó de salvar las tapicerías este viernes.

Acabado el Pleno, los y las de la prensa volvimos a la vida, y a los temas menos apasionantes, como las fiestas (este sábado empiezan las de Campolongo y no pienso perdérmelas), o el humor (este sábado por fin sabremos si Quequé, Ignatius y Broncano —los de La vida Moderna— han visto cosas que no creeríamos en los descansos de la AP-9 o si les dan comisión cada vez que citan a Roelio y analizan sus curvas). Para acabar, una felicitación para Diana López Varela, mi querida amiga, que se entrenó en Público, con una columna sobre el feminazismo.

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