Opinión

Tod@s somos Paula Dapena

Fernández, Dapena y Yoya Blanco. JAVIER CERVERA
photo_camera Fernández, Dapena y Yoya Blanco. JAVIER CERVERA

E l gesto de Paula Dapena, la futbolista del Viajes Interrías, oponiéndose a guardar un minuto de silencio en recuerdo de Diego Armando Maradona, ha tenido un recorrido difícilmente predecible. En la jornada de ayer, la concejala de Igualdade, Yoya Blanco, por una parte, y la presidenta de la Deputación de Pontevedra, Carmela Silva, se alinearon detrás de su ‘pancarta’ y le mostraron su total respeto y apoyo después de las graves amenazas que, a través de las distintas redes sociales, recibió después de lo sucedido.

Para los que no sepáis lo que pasó, os pongo en antecedentes. El pasado fin de semana parecía obligatorio guardar un minuto de silencio en recuerdo a Diego Armando Maradona. Pues bien. Paula decidió que, por su historial personal, el que para muchos fue el mejor futbolista del mundo (yo no puedo opinar de eso porque no entiendo) no merecía tal homenaje. Su conducta fuera de los terrenos de juego dejó mucho que desear, y la pontevedresa antepuso sus ideales como persona a la cuasi deificación o santificación del mito, algo que parece haber sucedido en su Argentina natal. Para mí, sin tener un conocimiento profundo del personaje, la postura de Paula merece el máximo respeto. Nadie puede obligar a nadie a honrar a un tercero, y esta joven tuvo el valor de enfrentarse al qué dirán y a lo políticamente correcto para poder dormir tranquila. Desde aquí, mi enhorabuena.

Dejando de lado la historia del fin de semana, voy a aprovechar estas líneas para contaros mi percepción de lo que ocurrió en Pontevedra en el Black Friday. Tanto el viernes como el sábado quise aprovechar los descuentos para realizar compras, muchas de ellas para la Navidad, en el comercio local, que creo que es lo que corresponde en estos momentos. Sin embargo, me encontré con que las zonas más comerciales de la ciudad estaban repletas de gente, mucha más que en otras ediciones de esta celebración importada de Estados Unidos. Decidí irme para mi casa y hacer las compras a mediodía, cuando se podía transitar con cierta distancia. Después de pensar sobre lo sucedido, mi conclusión es clara. Si las autoridades impiden la salida de las personas de Pontevedra pero permiten que accedan a ella los vecinos de todos los ayuntamientos del entorno, el resultado es un total colapso en Benito Corbal, en especial en días de campaña comercial como los citados. El comité clínico de la Xunta debería reflexionar sobre ello. Una cosa está clara: con el actual escenario, la Boa Vila se convierte en un cuello de botella que recibe a más de 100.000 personas en pocos metros. Deberían darle una vuelta a esto.

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