Opinión

Vencer al plan de sofá y mantita

A yer me dejé caer por una de las villas que más me gusta de toda la provincia: Sanxenxo. Quise ir a mirar un par de cosas a los comercios, que con el frío me han entrado ganas de renovar el fondo de armario, y acabé comiendo un bacalao a la plancha que me abrió el apetito de una tarde de sofá y manta que no se pueden ustedes imaginar. Pero claro, como soy un poco culo inquieto y me pueden los remordimientos cuando no aprovecho los fines de semana, en vez de dedicarme al gran placer de no hacer nada, me fui a dar una vuelta por la Boa Vila, a ver a quién me encontraba por ahí.

Entre el bullicio, pillé desprevenida a mi querida Carlota Román. La ex concelleira socialista, que siempre está radiante, iba ejerciendo de super abuela. Me hizo pensar en lo bonita que suele ser la relación entre abuelos y nietos, siempre y cuando los hijos no se aprovechen de la ternura de sus padres. Los nietos son para disfrutarlos, no para educarlos. Pero es verdad que los fines de semana son territorio de comidas en casa de la ‘yaya’, como yo llamo a mi querida abuela.

Hablando de niños. Ayer se me escapó contarles que los pequeños que participaron en la excursión del Salón do Libro de Pontevedra a la Livraria Lello de Porto quedaron encantados con la visita. No solo porque entrar en ese lugar es como adentrarse en una atmósfera de ficción juvenil al más estilo Harry Potter, sino porque se llevaron un buen saco de regalos. Además, los turistas españoles que andaban por las afueras de la librería alucinaron con Orbil y con el resto de la comitiva pontevedresa. Seguro que más de uno acaba recalando en la ciudad después del gran despliegue.

En fin, como les iba contando antes, conseguí vencer a la pereza y al plan sofá-mantita. Pero no creo que mi sábado haya sido más activo que el de Francisco Costa, concelleiro de Medio Ambiente de Vilaboa, que ayer organizó una limpieza de las Salinas de Ulló, que ya solo por el nombre que le puso bien se merece una mención: ‘Loita contra a basuraleza’. Pero no se crean que Castro estuvo en modo capataz de obra, dando instrucciones a los voluntarios desde una torre de vigilancia. Nada de eso. El vilaboés, vestido de faena, cargó como el que más con toda la basura que iba apareciendo en el entorno de las salinas. Hasta retiró un pneumático que había por allí. He de decir que es un gesto que le honra. El compromiso con el Medio Ambiente tiene que ser algo colectivo y aunque las instituciones son las encargadas de organizar actividades de concienciación como esta limpieza, no está de más que los políticos salgan del despacho y participen en ellas. ¡Bravo por Castro!

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