Me encanta el buen rollo, las buenas migas, el feeling, el colegueo o como ustedes lo quieran llamar. Y si aún por encima se da en un sector tan lleno de crispación inncesaria y de tensiones absurdas, como es la política, mucho mejor. Los ciudadanos estamos demasiado aburridos de que nuestros representantes estén todo el día tirándose los trastos a la cabeza, poniéndose a parir por minucias mientras se olvidan de lo realmente importante, y malgastando su tiempo en crear problemas en vez de solucionarlo. Por eso, cuando en medio de tanta niebla estalla un foco de luz, se agradece muy especialmente.
Les cuento todo esto a raíz del tuit de uno de los habituales en mi sección, el ex alcalde de Lalín Rafael Cuiña, que el sábado abandonó su queridísima tierra del Deza para visitar la Boa Vila. Según explicó en sus redes sociales, acudió ''para deixar aos fillos no campamento de balonmán. Liberdade para os pais esta semana'' y no dudó en hacer gala de su legendaria retranca: ''Un saudiño á moza do pequeno, que vaino botar de menos''.
Pero resulta que en su publicación citó al concejal popular Guille Juncal lle Juncal posando ante la intervención artística que vuelga del balcón de la Casa Consistorial diciéndole ''Na Boa Vila sodes multicoloridos'', a lo que el joven edil no dudó en replicar que el diseño había quedado ''muy chulo, sobre todo por la noche'' y felicitaba públicamente a la edil Yoya Blanco por la iniciativa. Ya ven distintos colores políticos (Compromiso por Lalín, PP y PSOE) pero un mismo buenrollismo.
Ya se sabe que, como en Las Vegas, lo que ocurre en los plenos se queda en los plenos, pero ojalá esta química salpicara a todos y no solo a unos pocos sensatos. Sigo con felicitaciones: a los hermanos Alba y Bruno Pérez Costas, a Blanca Pineda Batle y a los adultos Gabino Perez Romero y Vanesa Costas García, que se proclamaron ganadores de los Xogos Efecto PO2 celebrados ayer, en repres
