Opinión

Alarma social en Centroamérica

La mayoría de la población lleva armas ligeras, el alcoholismo está generalizado, como el machismo, el maltrato o los embarazos prematuros en adolescentes

UN ÉXODO de nueve mil personas recorre Centroamérica. Familias enteras escapando de Honduras, atravesando Guatemala, con la esperanza de obtener asilo político en los Estados Unidos. En la prensa le llaman “caravana”, folclorizando el problema. No. Son refugiados. Huyen de la situación de violencia política y social que vive el país y de las condiciones de extrema pobreza. La situación en Honduras, recientemente golpeada por el huracán, es insostenible. Para que nos hagamos una idea cercana del problema lo voy a escribir de primera mano, ya que trabajé con el Centro Cultural Hibueras del departamento de Santa Bárbara en Honduras hace algunos años. Este centro alberga, ofrece manutención, educación y protección a miles de niños, niñas y jóvenes de todo el país.

Candelario Reyes, su director, en diferentes charlas para proponer proyectos de desarrollo, siempre me comentaba que la principal necesidad que tiene la sociedad es el desarrollo de proyectos basados en la educación y cultura de paz. La mayoría de la población lleva armas ligeras, el alcoholismo está generalizado, como el machismo, el maltrato o los embarazos prematuros en adolescentes. Hablamos de adolescentes con tres, cuatro o cinco hijos que no van a la escuela. Hablamos de familias desestructuradas donde los jóvenes o emigran para buscar trabajo o acaban inmersos en las “maras”, organizaciones criminales del tráfico de drogas que les ofrecen una cultura de protección y familiaridad a cambio de su participación en el clan. Honduras, como Guatemala, son narcoestados. Gobiernos corruptos con vinculaciones directas con los grandes cárteles de la droga. Gobiernos que han accedido al poder mediante golpes de estado, intervenciones armadas o manipulando los resultados electorales.

Gobiernos por cierto, de corte político e ideológico conservador y liberal, apoyados por USA, algunos países de América Latina y Europa, que ven como un mal menor esa corrupción siempre que ayude a privatizar ( liberalizar) sectores clave de la economía del país en manos de sus empresas estratégicas. Lo que Honduras necesita es instituciones políticas y democráticas sólidas, un plan de educación potente, facilitación para la creación iniciativas empresariales juveniles, protección y seguridad para la población, cooperación internacional para el desarrollo y sobre todo que USA, la UE y la OEA no apoyen a sus gobiernos, porque con su apoyo, por acción o por omisión, están perpetuando una situación insostenible en toda Centroamérica que provoca el éxodo de miles de personas en búsqueda de una vida mejor en el norte.

Algo que por otra parte, es perfectamente comprensible y natural. ¿Y mientras tanto, que hacemos con esas nueve mil personas que están varadas en el sendero buscando refugio? Las Naciones Unidas deben ofrecer protección inmediata a través de los cascos azules con el apoyo de las fuerzas de seguridad y las organizaciones humanitarias de los gobiernos centroamericanos para garantizar los derechos humanos básicos porque hay miles de niños en esa “caravana”. Se debe convocar una reunión urgente e inmediata de la OEA para garantizar un retorno seguro a sus hogares, así como una reunión del Consejo de Seguridad de la ONU y de la Comisión Europea. En lugar de esto, los antidisturbios les disparan gases lacrimógenos y balas para dispersarlos. ¿En que mundo vivimos?

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