Opinión

Bioluminiscencia

HAY CRIATURAS que habitan oscuridades tan profundas en el fondo del mar que generan su propia luz. Esta hazaña muestra una enseñanza irrefutable. Que hasta en los misterios insondables, en las profundidades abisales pobladas por las sombras y las tinieblas, hay seres capaces de irradiar una lumínica voluntad de belleza. Pienso en estos peces como maestros, en su acuática enseñanza y reflexiono sobre el concepto de bioluminiscencia pero también sobre su antagonista: la opacidad. Aplicada esta enseñanza a las ciencias sociales y humanas vemos cómo hay personas capaces de irradiar luz aún cuando todo a su alrededor está completamente oscuro, porque de manera innata, como en la bioluminiscencia, poseen una energía intrínseca en el mineral de su alma que emite esa voluntad de belleza.

Hay bioluminiscentes en todas las esferas de la vida la cotidiana. La vecina que te saluda amablemente y con una sonrisa en el portal aun cuando su marido está postrado en cama, los niños y niñas son siempre luminiscentes, el desempleado que busca y busca sin perder el ánimo, el anciano con manos de papel sentado en una silla de ruedas empujado por una latinoamericana mientras observa admirado el vuelo de una hoja mecida al viento del verano, el médico que vuelve de una operación a corazón abierto, la mujer que lleva en la mano el sobre con su diagnóstico y que a pesar de saber que es cancerígeno, sigue pensando en alquilar esa autocaravana con sus hijos para ver las estrellas en Agosto exprimiendo feliz el tiempo como el zumo de una naranja. Los opacos también circulan por todas las esquinas. Lo tienen todo, pero desean más. Movidos por la envidia, el rencor, el dinero o la ambición, su sola presencia es percibida como energía negativa ante cualquier mortal con un mínimo de sensibilidad.

Durante el estado de pandemia mundial mucha gente se habrá encontrado con la paradoja de la bioluminiscencia. En mitad de todo el caos y la oscuridad, su espíritu se erguía albergando una antorcha en el corazón cada mañana. También la política tiene su luminiscencia a pesar de tanta opacidad. Hoy en España el gobierno concede el indulto a unos políticos catalanes condenados en sentencia judicial por varios delitos, incluyendo penas de prisión por impulsar un referéndum. Habrá quienes estén de acuerdo con esta medida para normalizar la vida política y mirar al futuro. También habrá quienes consideren que el indulto socava la decisión judicial pero habría que preguntarse entonces porque existe el indulto como figura política o medida de gracia, en cualquier caso. Lo cierto es que la sociedad en general está cansada de tanta negatividad, discusiones sin sentido, enfrentamientos, tensión y caos.

Seamos como esos peces, bioluminiscentes, porque de tanta sombra y ofuscación estamos ya oxidados. Vienen nuevos tiempos. Tiremos al fuego de la hoguera que inaugura el verano la mascarilla, la tensión política, carguémonos de ilusión y seamos, sino bioluminiscentes, al menos, mejores personas.

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