Opinión

Escribir es tocar el piano

EL TECLADO es un piano. Hay que escribir como un pianista. Todas las letras del teclado son tonalidades musicales, escalas de sonido que van de graves a agudas. Miro el teclado del portátil y veo el teclado de un Yamaha. La virtud musical consiste en ir combinando los sonidos precisos, las letras, para ir construyendo una melodía de palabras que vaya de menos a más, con subidas de tono y vueltas a la calma para finalizar con una balada lenta o un sonoro fogonazo. Un texto literario, un artículo periodístico es, en cierta manera, una composición musical. Bill Evans y Julio Cortázar tocaban de manera muy parecida. Ludovico Einaudi y Manuel Vicent tienen una cadencia similar, una especial sensibilidad por las notas intensas. Oscar Peterson y Borges componían melodías con un ritmo trepidante. Me imagino un salón antiguo, como en la película Casablanca, donde Sam, en lugar de ser un pianista fuera un poeta. Sam, en lugar de tocar sobre un piano de cola tocaría sobre una Olivetti, lanzando versos y estrofas por el aire, poemas que recitarían los comensales de las mesas entre botellas de champán o cantarían desde la barra del bar marineros airados en whisky tras entonar un verso homérico. Tócala otra vez Sam. Escríbela otra vez Sam, le diría Bogart con una copa en la mano y un cigarro en la boca al estilo Albert Camus mientras clava su mirada sobre un verso dedicado a la resistencia. Art Tatum, Herbie Hancock, Thelonious Monk, Duke Ellington, Chick Corea son los equivalentes musicales a Chejov, Dickens, Poe, Sabines, Galeano, Adonis, Kavafis, Borges, Joyce, Tagore o Monterroso. Enio Morricone es Gabriel García Márquez. Ambos tocan las tonalidades justas en cada estrofa alcanzando lo sublime. Todos son poetas, todos son pianistas. Desafortunadamente vivimos tiempos de poca música en los textos, carencia melódica y mucho ruido. Habría que volver a dotar a la literatura del componente musical y a la música del ingrediente poético porque ambos teclados, el del ordenador y el del piano son las mismas expresiones con lenguajes diferentes. Para Ray Charles el blues más que un estilo musical era una manera de vivir y así es también la poesía o la escritura. No es un trabajo. No es un arte. No es un género cultural. Es un estilo de vida. Con todas sus miserias, fracasos, decadencia. Con toda su belleza, intensidad y libertad. Y como en un piano deslizo el dedo rápidamente por toda la superficie del teclado en un DO, RE, MI, FA, SOL, LA, SI, DO y termina esta canción.

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