Opinión

Para Mª Aida López Canabal. Madre y mujer trabajadora

HOY ES un buen día para recordar el incansable trabajo diario realizado durante años por una generación entera de mujeres que como tú han hecho posible que todos nosotros estemos aquí y ahora. Hoy día 8 de Marzo de 2017, Día Internacional de la Mujer Trabajadora y con tus más de noventa años de edad hay que darte las gracias y rendirte homenaje por haber nacido en 1925 y haber llegado hasta nuestros días. Por levantarte durante los últimos setenta años de tu vida a las siete de la madrugada e ir a buscar el pan recién hecho y los cruasanes al horno de la panadería Abelleira todos los días con lluvia, sol, viento o frío. Por preparar café con leche, cacao y zumo de naranja todas las mañanas para toda la familia. Por despertar con un beso en la frente a tus cuatro hijos, vestirles, darles el desayuno y llevarles de la mano al colegio con energía, alegría y orgullo. Por regresar a casa y ordenar las habitaciones, el salón, el pasillo, barrer, fregar, lavar la ropa, planchar, ir a la Plaza de Abastos todas las mañanas a buscar pescado fresco y volver a casa para preparar la comida después de saludar a toda la calle Sierra con afecto y alegría.

Hoy día 8 de Marzo de 2017, Día Internacional de la Mujer Trabajadora y con tus más de noventa años de edad hay que darte las gracias y rendirte homenaje por haber nacido en 1925 y haber llegado hasta nuestros días

Por ayudar a tu marido Ramón, que fuera comisario de policía de Pontevedra, a seguir hacia adelante cuando ya estaba mayor y aún recuerdo al abuelo sentado delante de la máquina de escribir Olivetti preparando las clases de latín, traduciendo frases de Homero y Séneca mientras sonaba Batiatto en el salón de casa. Por superar la muerte de tu padre Delfín, conductor de La Carolina, unos de los primeros autobuses de línea de toda Galicia, cuando tenías seis años de edad. Por haber resistido en la Guerra Civil. Por no venirte abajo cuando murió tu hermano en el frente de batalla y cuyo nombre está grabado en piedra en la fachada de la Iglesia de Santa María. Por aguantar, por sobrevivir al hambre, a la escasez, al miedo y a la angustia. Por mirar hacia adelante cuando finalizó la guerra civil y estalló la segunda guerra mundial y viste partir a otro hermano tuyo a luchar a miles de kilómetros. Por sobrevivir a la posguerra, por continuar siempre con valentía, energía y optimismo durante los cuarenta años que la dictadura y Franco gobernaron en España. Cuando se les decía a las mujeres hermosas e inteligentes como tú que no debían conducir, que no debían trabajar en una oficina, que debían cumplir con los oficios religiosos y el cuidado del hogar y tu luchaste todos los días de tu vida para demostrar que una mujer trabajadora puede ser igual de revolucionaria desde la casa y el barrio que es donde empiezan los cambios de verdad. Por enseñar a caminar, a leer y a escribir a tus cuatro hijos que se convirtieron gracias a tu educación en un Ingeniero que construyó barcos, hospitales, y edificios, un Decorador que diseñó desde los locales más famosos de la ciudad hasta espacios en ciudades como Bahréin, Dubái o el interior de la Iglesia de la Virgen del Camino. Un Diseñador Gráfico que edita todas las portadas de los libros de Xerais y un Periodista que trabajó en los mejores periódicos de Galicia. Por haber superado el fallecimiento del más pequeño de los cuatro cuando era muy joven todavía. Por haberme criado a mí, tu nieto y quinto hijo con esfuerzo, amor y dedicación. Por haberme acompañado en múltiples viajes por todo el planeta, desde China a la India, desde Egipto a Nueva York. Por haberme enseñado a escribir estas palabras que hoy escribo y aunque tu memoria se vuelva transparente quedará en la hemeroteca a salvo del olvido para cuando tu bisnieto quiera leerla en el futuro. Será entonces cuando vivirás para siempre.

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