Opinión

La trompeta de Chet Baker bajo una palmera

LA POLÍTICA contemporánea es un espectáculo, un circo, un cabaret, un guiñol. Sus actores están sobredimensionados por los telediarios y por debates públicos con muy bajo perfil académico, sustituyendo los análisis serios y reflexivos sobre los problemas sociales en una salsa rosa mediática de mero entretenimiento. En este teatro de sombras chinas solo vemos las siluetas del guión que se esconde. La lucha por el poder es lo único que importa en esta partidocracia financiada por los grandes bancos.

El FMI, el Santander, La Caixa o el BBVA, como no se pueden presentar a las elecciones con sus logos o marcas, lo hacen a través de los partidos políticos, financiando sus campañas, preparando a sus propios candidatos e instalando un discurso ficticio en la sociedad (patrias y banderas) cuando todo se resume en quien gestiona el limitado presupuesto público en la administración central de Madrid o en cada administración autonómica. Si los que quieren privatizar los servicios públicos porque creen ideológicamente que la gestión empresarial es más eficiente (regalándole las concesiones a sus amigos) o los que creen que la gestión pública y el incremento de los fondos para el estado del bienestar, salud, educación y pensiones deben estar coordinados por la administración política y funcionarial. El debate es absurdo porque lo importante no es quien gestione los servicios públicos sino que su gestión sea eficiente, eficaz, democrática, participativa y solucione los problemas reales de los ciudadanos. Una legitimidad de resultado. Durante los siglos anteriores la política ejercía un papel destacado en los cambios sociales, sobre todo en lo referente a las luchas y conquistas por la igualdad, la libertad y la fraternidad. Hoy en día lo que hace progresar a la humanidad no es la política, sino la ciencia y la tecnología. La cuestión reside en universalizar los adelantos tecnológicos para que sus herramientas lleguen a todos los seres humanos del planeta. Internet es la imprenta de Gutenberg contemporánea. Su acceso debería ser universal y gratuito para todos los seres humanos del mundo. Un derecho internacional reconocido por la ONU. De la misma manera que la imprenta supuso una revolución en el cambio social de la época al difundir el conocimiento en todas las clases sociales (no solo el clero y la burguesía, quienes detentaban el conocimiento y por tanto el poder), la universalización de Internet supondría una sinergia mundial de proporciones infinitas. Millones de personas que carecen de acceso a Internet actualmente se verían beneficiadas por la universalización del saber. El problema de la política, es el acceso a la misma. Si la política es la gestión de las polis, de las ciudades, cuestión de enorme relevancia, no puede entrar cualquiera a gestionar proyectos y presupuestos municipales sin unos conocimientos mínimos. Si para ejercer un cargo público, funcionario, médico o profesor, existen unas bases donde se detallan los requisitos para ejercer ese puesto, en política debería funcionar la meritocracia como base fundamental para acceder a cualquier cargo. No puede ser que con militar en una organización al día siguiente uno ya sea concejal, alcalde, ministro o presidente del gobierno. Si no conoces el derecho administrativo, la hacienda pública, la gestión pública, las políticas públicas, el sistema político europeo o la teoría del estado es muy fácil, no que te corrompas, sino que te equivoques en la asignación, control, y justificación de los recursos. La meritocracia es una barrera a la corrupción, no total, pero si efectiva, porque garantizaría que si bien todos tenemos el derecho a participar de la vida política, también debemos demostrar que tenemos las capacidades, formación y competencias necesarias para desarrollar ese puesto de trabajo. El Lazarillo de Tormes no se publicó por casualidad. Es el código genético cultural del español. Llevamos la picaresca en la sangre como pueblo latino, como Italia. El listillo, el que se aprovecha, el que engaña (técnicas de marketing), el que reparte favores, se considera un ganador y no un delincuente. Afortunadamente llega el verano y toda la basura se la tragará el mar y tu dignidad seguirá intacta si todavía tienes la suficiente sensibilidad para emocionarte con la trompeta de Chet Baker bajo la sombra de una palmera. El hedonismo es la última frontera que te pertenece. Que no te roben la capacidad de empatizar con los que sufren mientras intentas ser feliz.

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